sábado, 20 de diciembre de 2008

Gustavo Neffa


La hermana República del Paraguay se ha cansado de brindar guerreros guaraníes para nutrir las filas del xeneize. Sin pensar mucho podemos tirar nombres de la talla de Deffín Benítez Caceres, Roberto Cabañas y hasta un Morel Rodríguez. Pero como en todos los rubros de esta vida, existe lo que se conoce como ley de la compensación. Sólo por eso quizás, para empardar tanta gloria, arribó a Boca Gustavo Alfredo Neffa a mediados de 1992.
Enganche habilidoso que encima llegaba con el cartelito de promesa de crack tras una descollante actuación con la selección paraguaya en un preolímpico y un paso por el Calcio italiano. Como si todo esto fuera poco, al paragua no le tembló el pulso para declarar que venía a reemplazar a Latorre, ídolo y goleador por aquel entonces que había partido al fútbol de Europa. Esto hizo que la expectativa subiera a escalas desproporcionadas, porque hay que reconocer que había necesidad de encontrar un reemplazante para Gambetita.
Debutó oficialmente el 14 de agosto contra Belgrano de Córdoba en la Bombonera por la segunda fecha del Apertura. Una noche de triunfo 2-0 y de ilusión encendida para de una vez por todas dar la vuelta olímpica a nivel local.
Alternó en esos primeros partidos del campeonato, pero su nivel ya levantaba murmullos en la hinchada. No daba signos de habilidad, de creatividad, de pegada y ni siquiera compromiso.
Inevitablemente entonces, comenzó a jugar cada vez menos, lo que encima le sacó ritmo. Por eso en el Clausura 93, Copa de Oro y Copa Centenario, había un fuerte olor a despedida cada vez que Neffa jugaba. La situación era insostenible.
Disputó 23 partidos oficiales (sólo 8 enteros) y no pudo hacer ningún gol.
Tras un año en el club, no le quedó otra que armar los bolsos e irse para luego vestir las camisetas de Estudiantes de La Plata y el FC Dallas de Estados Unidos. Previo a Boca, el oriundo de Asunción había jugado en Olimpia y en la Cremonese de Italia.