jueves, 25 de diciembre de 2008

La increíble obtención del Apertura 2008





El Apertura 2008 quedó sin dudas en la historia grande del xeneize. No por un fútbol brillante ni vistoso, sino por la insólita cantidad de contratiempos que sufrió en ese segundo semestre de 2008. Rodrigo Palacio con pubialgia, quedaba descartado de movida para casi todo el campeonato. Palermo y Paletta se rompieron los ligamentos cruzados. Ibarra se lesionó. El presidente Pedro Pompilio falleció en la mitad del torneo y los jugadores fueron al entierro 24 horas antes de un partido clave con San Lorenzo. Justo en la víspera de ir al Monumental, estalló una feroz interna en el plantel entre los pro y los anti Riquelme. Se desgarró Morel Rodríguez en las fechas finales. El técnico Ischia tuvo un cruce tan duro con Caranta que el cordobés fue separado del plantel y no jugó más. Perdió tres partidos al hilo (uno con goleada incluida 1-4 con el modestísimo Godoy Cruz). Y como frutilla, llegó a estar once puntos abajo de los de Boedo, cómodo y exhuberante líder en casi todo el campeonato. Pese a todo, Boca redobló esfuerzos y tras ganarle a River en la fecha 10, enhebró una seguidilla de victorias dramáticas. Todas por un gol de diferencia. Algunas sobre la hora. Lo concreto es que, sin sobrarle nada, Boca tomó la punta en soledad y llegó a la penúltima fecha con dos puntos de ventaja sobre Tigre y el Ciclón. Pero un empate sin goles contra el Lobo en La Plata dio la sensación de desmoronar todo. A la fecha final llegaron los tres igualados en la punta. Y el xeneize, nacido para sufrir en este Apertura 2008, volvió a cortar clavos en esa fecha 19. Porque un 3-0 a Colón en la Bombonera, mutó en un 3-2 en el que los minutos finales fueron a matar o morir. Ya con el triunfo abrochado, se llegaba a una instancia histórica. Histórica porque hacía exactamente 40 años que no se definía un campeón con un triangular de desempate. Pero los contratiempos seguirían a troche y moche. En la primera fecha del mini torneo, San Lorenzo le ganó a Tigre 2-1. En la segunda, Boca bajaba de un hondazo a los cuervos con un 3-1 que lo sacaba de competencia. Pero esa victoria dejaba nuevamente soldados caídos. A Forlín, con conmoción cerebral con pérdida de conocimiento. Y nada menos que a Román y Vargas por llegar a las cinco tarjetas amarillas. Y como no podía ser de otra manera, el partido final con Tigre fue una síntesis del vía crucis que hizo Boca en el torneo. Los de Victoria se pusieron 1-0 faltando 25 minutos y quedaban a un gol de la hazaña. Y el ya juvenil arquero de Boca lesionado, tuvo que ser reemplazado por otro más juvenil y que no había jugado nunca. Al salir Javi García, debutó oficialmente un Josué Ayala que en su vida se va a olvidar de la noche del 23 de diciembre de 2008. Tras el pitazo de Pezotta, el angustioso y dramático 0-1 final, selló la obtención de la estrella número 23 a nivel local para el club de la ribera. Y trajo el mejor de los regalos en esa navidad para todos los boquenses.