jueves, 18 de diciembre de 2008

Martín Palermo (I)

Pasaron cerca de setenta años para que apareciera un goleador que le haga sombra al mítico “Pancho” Varallo y roce los 200 goles. Y alguien podrá decir que dentro de otros setenta años, tal vez aparezca otro artillero que alcance al gran Martín Palermo. Lo que sin dudas es imposible, es que ese “alguien” iguale la sucesión de hechos y momentos que vivió el “Titán” en Boca y que son dignos de Spielberg. Acá va un sintético y subjetivo top six, que promete crecer ininterrumpidamente:

1) Penal mal pateado es gol

Clausura 99. Boca visitaba a Platense en Vélez y no podía quebrar el cero. Hasta que Madorrán pitó un discutidísimo penal para el xeneize. Pero la polémica en serio vendría después de la ejecución. Porque Palermo, en el instante previo de impactar el balón, resbala y le da a la pelota casi simultáneamente con los dos pies para meter el 1-0 en el arco de “Teresa” Cancelarich. Recién en la repetición en cámara lenta puede observarse el detalle de que primero patea con el pie izquierdo y luego rebota en el derecho. La AFA tuvo que enviar el video a la FIFA para que se expida sobre algo que nunca había ocurrido en la historia del fútbol mundial: que un disparo desde el punto del penal haya hecho que la pelota toque los dos pies del ejecutor. Blatter y sus buenos muchachos levantaron el pulgar y convalidaron la jugada. Grande Martín.

2) Un gol que nos dolió a todos

En el Apertura 99, Boca visitaba a Colón en el Cementerio de los Elefantes. El trámite era cerrado y había mucha expectativa porque Martín buscaba su gol número 100 en el fútbol argentino. Tras tapar con la rodilla un bochazo de un defensor sabalero, Palermo cae y muestra gestos de dolor. Hay preocupación. Pese a todo, probó y siguió en cancha un rato más. Rato en el que, luego de un pase gol de Riquelme, el “Titán” abrió el marcador con un tiro algo defectuoso. En el mismo festejo del gol, Palermo pidió el cambio y horas después se confirmaría la peor de las noticias. Había hecho el gol con los ligamentos cruzados de la rodilla rotos. Insólito.

3) Volvió con la muleta bajo el brazo

Mayo de 2000. Boca y River se sacaban chispas en el campeonato local y el destino los cruzó también en la Libertadores. La serie era por los cuartos de final y al ganador le quedaría el camino libre hacia la tan ansiada Copa. Martín, ya en sus últimos días de rehabilitación por la rotura de ligamentos, no parecía el mismo. Sin el flequillo teñido y con algunos kilitos de más, iba a entrar en la etapa más difícil de su regreso. Lograr ritmo de fútbol. Casi todos imaginaron a Palermo entrando en algún muletto por el campeonato local mientras los titulares luchaban en la Libertadores. Pero no fue así. Y Bianchi, calculador al límite, hizo filtrar la información. Palermo podría jugar los últimos minutos de la batalla final contra River en la Bombonera. Tan bizarra venía la mano, que el “Tolo” Gallego sacó pecho y tiró un inmortal “... no hay problema. Si lo ponen a Palermo yo lo pongo al Enzo...”. Stop. Un dato clave. Enzo estaba retirado. Así que la afrenta y humillación quedó en las retinas de todo el país. Y ya no hubo vuelta atrás. Palermo entró sobre el final, la Bombonera explotó de alegría y creyó en el milagro de aumentar el 1-0 parcial y todo terminó como en un cuento de Disney. El “Titán” clavó el tercer gol tras siete meses de inactividad y Boca pasó a semifinales. Quedó inmortalizado como “el gol de la muleta” porque era más que evidente que Palermo apenas podía moverse con normalidad y sus zancazos eran más aparatosos que nunca. Hubo flashes y lágrimas. Se fue en andas. De pie señores.

4) El verdadero galáctico es Palermo

28 de noviembre de 2000. Dos goles al Real Madrid en cuatro minutos para traerse la Copa Intercontinental del Estadio Nacional de Tokio a las vitrinas de Brandsen 805. Eternamente, gracias “Titán”.

5) No es ningún colgado

Febrero de 2008. Boca le estaba ganando 1-0 a River en Mar del Plata por el torneo de verano. Nada relevante y que no se se haya visto antes. Pero, de pronto, ocurre lo impensado. Tras un tiro libre de Riquelme y un manotazo salvador del arquero millonario, la pelota se eleva varios metros. Y empieza a caer. Se armó inmediatamente una montonera sobre la línea misma del arco. Fueron tres segundos de incertidumbre. Hasta que Martín, metió dos zancadas, con una mano se colgó del travesaño y les ganó a todos en el salto para estampar su cabezazo goleador. Luego del partido, se armó un espectacular debate televisivo con árbitros y perdiodistas sobre si el reglamento amparaba o no una acción así. Y se llegó a la sabia conclusión de que el gol no tendría que haberse cobrado. Y ya que estamos, algunos dirigentes de River aprovecharon la volteada para instalar la idea de un presunto favoritismo hacia Boca en los torneos de verano. Risas por favor.

6) Más optimista del gol que nunca

Boca recibía a Colo Colo por la primer fase de la Libertadores 2008. El partido era clave para seguir con chances de pasar a octavos. Pero la noche pintaba de negra a negrísima. Porque el xeneize, ya a los 22 del primer tiempo se quedaba con diez por la expulsión de Monzón. Y al toque, a los 24, Bizcayzacú ponía el 0-1 para los chilenos. Cuatro minutos después el árbritro, con unas ganas bárbaras de compensar la roja, da penal para Boca. Y Martín toma la pelota decidido pero su tiro se va desviado. En ese instante pareció todo venirse abajo Pero no. Porque 60 segundos después de errar el penal, Martín se tira en tijera para conectar un centro llovido, el arquero Muñoz da rebote y el “Titán”, todavía en el piso, improvisa e inventa una palomita para clavar el empate. Una palomita poco ortodoxa pero que terminó con el mejor de los resultados. Este momento, tal vez, simbolice, una de las mayores virtudes de Palermo. Su fuerza de voluntad y ese no bajar nunca los brazos que, casualidad o no, simbolizan también a Boca Juniors.
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Martín hizo goles de a dos, de a tres o de a cuatro por partido. En amistosos o en finales. De chilena, de taco o pifiando el tiro. De mitad de cancha o desde la línea. Pateando, saltando o colgándose del travesaño. En penales, los hizo, los erró y hasta los pateó con los dos pies al mismo tiempo. Hagan lugar en el altar boquense. Un merecidísimo lugar de por vida para el gran Palermo.