miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ricardo "Bigotón" La Volpe


Es dificil elegir por donde empezar a narrar la increíble historia de Ricardo La Volpe como DT de Boca Juniors. Un día, Don Julio Humberto amaneció con la idea de llevarse del banco xeneize al multicampeon Coco Basile para depositarlo en el banco de la selección argentina. La dirigencia de Boca, entre sorprendida y preocupada armó velozmente una terna de candidatos para la sucesión. Bielsa: no, sin energías. Russo: no, en Velez. Y el plan “C” era un tapado: La Volpe.
Ricardo, mostrando un rapto de sinceridad brutal también dijo que no por su desconocimiento sobre la actualidad del fútbol argentino. Muchos años trabajando en tierras aztecas eran una realidad inocultable. Como no había candidatos potables Macri pidió a Grondona prorrogar la decisión un mes. Y, milagrosamente, en ese mes, “Bigotón” se empapó lo suficiente para tomar las riendas de un Boca que venía puntero y al trote. Tan así era, que tuvo tiempo para decir que “,,,a este Boca se lo puede dirigir desde un helicóptero,,,”.
El cambio de estilo iba a ser brusco ya que de los once de memoria se pasaba sin escalas a las novedosas tácticas lavolpianas. Pero sobraba la confianza en todos. Más que nada por el nivel de juego que desplegaba el xeneize. Y también por las nuevas declaraciones de un Bigoton que juró que “...como el torneo ya está empezado y Boca va primero, este año no toco nada. El año que viene vemos...”.
Pero ya desde su debut la cosa empezaría torcida. Cuando asomó del tunel por primera vez dejó con la boca abierta a más de uno. al llevar, lo más campante, una camise blanca y una corbata roja. Y el “hasta el año que viene no toco nada” duró exactamente 45 minutos. Es que como Boca no podía quebrar al recien ascendido Godoy Cruz en la Bomobonera, La Volpe perdió la paciencia y en el segundo tiempo dejó tres en el fondo mandando al Negro Ibarra a mediacancha. Lo curioso es que en ese segundo tiempo Boca llegó poco y nada y el Tomba, en dos contras mano a mano con Bobadilla, casi lo gana. El 0-0 final fue un punto ganado.
Otra de las improntas del DT era salir jugando por abajo a rajatabla. No importaba que en México no se presionara tanto como puede hacerlo River en el Monumental. Y pagó. Porque en el superclásico jugado en Núñez, Bobadilla le tiró un carbón encendido a Silvestre, quien se hizo un nudo, perdió la pelota, cometió foul y de ahí vino el primer gol. La derrota final en el superclásico le ponía pimienta a un campeonato que parecía en el bolsillo.
Otro tema clave fue el manejo del grupo. Los cambios, indicaciones, órdenes y contraórdenes eran constantes. Esto, sumado a sus caras y gestos de fastidio (en especial a Dátolo) al costado de la raya de cal, minaron definitamente su ya escaso liderazgo.
Pese a todo esto, Boca se puso a tiro de lograr el primer tricampeonato en su historia. Pero dos derrotas impensadas en las últimas dos fechas fueron un mazazo para todos. Tras la caída con el Grana en La Boca, el DT arengó de la peor manera a su tropa con un “...si pierdo este campeonato me voy...”. La historia, entonces, estaba sentenciada.
Pero La Volpe iba a tener tiempo para algunas pifiadas más en la batalla final contra el Pincha en Vélez. La inclusión del juvenil e inexperto Cahais para marcar a Mariano Pavone, la figura del torneo. Y el reemplazo del Mellizo con el partido 1-0 arriba. Imperdonable.
Tras el segundo gol de Estudiantes, no le tembló el pulso en sacar inmediatamente a un Cahais que había sido en parte responsable y que dificilmente olvide esa tarde en Liniers. Los hinchas de Boca tampoco la olvidarán nunca.
Lo concreto es que Bigotón parece que hubiera estado en Boca un montón de tiempo. Pero no. En solo 13 partidos le chocó la Ferrari al Coco y dejó un recuerdo nefasto.