domingo, 21 de diciembre de 2008

Villa miseria


Siempre acusado de ser un cinco demasiado técnico para Boca, el verdadero problema de José Luis Villarreal pasaba por otro lado. Más recordado por sus tobilleras blancas y un falso vendaje en una de sus manos que por actuaciones determinantes. “Villita”, llegaba poco y nada al gol, no se destacaba en el juego aéreo y nunca "raspaba” lo suficiente en el mediocampo boquense. Su trayectoria en Boca fue discreta en general pero con manchas imposibles de lavar.
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Libertadores 1989: En los octavos de final Boca llega de manera heroica a la definición por penales frente a Olimpia de Paraguay. Tras haber perdido 0-2 en Asunción e ir 0-2 y 2-3 en La Boca hasta los 85 minutos, mete 3 goles en los últimos cinco y paraliza a los guaraníes. La Bombonera era una olla a presión y, colmada de bote a bote, era pura adrenalina ante lo que se venía. La lotería de los penales.
Sin embargo, la serie comienza esquiva y los paraguas queda a un penal de la clasificación. El “Mono” vuela y pega un manotazo salvando la eliminación. Sin dudas parecía la noche de Boca. El que queda match point ahora es el xeneize. Y el encargado de cerrar una noche histórica es “Villita”. Toma la pelota y camina lentamente. Los simpatizantes presentes en Brandsen 805 nunca vieron el detalle, pero los millones que siguieron la batalla por TV sí. “Villita” estaba más blanco que la Tango que ponía contra el piso. La historia es conocida. A José Luis le atajan el penal. Comienzan a patear uno y uno y Boca queda eliminado. Gracias por todo cordobés.
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Apertura 1992: Otra tarde caliente en la Bombonera. A cuatro fechas del final del campeonato, el xeneize, invicto y puntero recibe al Independiente de Marchetta, que sin pecar de exagerado, era una banda de rejuntados. Sorpresivamente los rojos se ponen 1-0 en el comienzo del segundo teimpo, y en la media hora final Boca fue un vendaval. Le cascoteó el rancho a un Luisito Islas que sacaba todo lo que le tiraban. Parecía que la derrota estaba sentenciada hasta que sucede el milagro. En un centro llovido la pelota cae del cielo, pica en el área y....... penal. Sí. Bava, un amigo de la casa, inventa una mano de un jugador de Independiente y regala la posibilidad de empatar el partido. Y estalla la hinchada. A destiempo por lo increíble del fallo, pero estalla. Penal sobre la hora. El encargado fue “Villita”. Y lo que sucede a continuación es dificil de explicar con palabras. Porque no solo tiró el penal arriba del travesaño. Lo tiró tan arriba como pocas veces se vio. Boca dejó el invicto y puso en suspenso su marcha hacia el título. Nuevamente gracias.
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Villarreal se fue apagando de apoco y para rematarla fue vendido nada menos que a River. Y acá es donde el cordobés se anima y prende el ventilador. Se suceden en los medios las típicas frases tribuneras del tipo “En Boca no se juega al fútbol”, “En River me quedo a vivir”. Generó tanta bronca que muchos años despues y en un partido despedida de Rojitas en la Bombonera fue el único jugador silbado cada vez que tocaba la pelota. Lo menos que merecía.