jueves, 8 de enero de 2009

Sandro Guzmán


Sandro Guzmán arrancó en Boca ya con el pie izquerdo. Eterno suplente de Chilavert en Vélez, llegó al xeneize en la temporada 1996/97 para formar parte del tétrico “Dream Team” comandado por el doctor Bilardo. Para no ser menos, acá también fue suplente. Pero una interna entre Navarro Montoya y el técnico acabó con el “Mono” desafectado del plantel.
Y en su debut, ya tuvo tiempo para meter la pata hasta el fondo. Boca terminaba de destrozar a Huracán con un 6-0 en la Bombonera y todavía en el campo de juego, no tiene mejor ocurrencia que declarar ante un micrófono “...del arco de Boca no me sacan ni muerto”. Con la hinchada aún dolida por la salida del arquero / ídolo, la frase sonó por lo menos desubicada e irrespetuosa.
Pero las cosas empeorarían a un ritmo más que acelerado. Porque si bien es verdad que ese Boca era una banda que se comía bailes con cualquiera, el ex Vélez no hacía nada para salvar las papas. Y las derrotas abultadas empezaron a llegar domingo tras domingo. Cuatro pepas en cancha de Racing. Cuatro pepas en Arroyito Semejantes resultados le costaron la cabeza a Bilardo.
Y para el Clausura 1997, y ya con el “Bambino” Veira como DT, empezó a pelear el puesto con otro recién llegado: el “Pato” Abondancieri. La campaña sería mala nuevamente y Guzmán jamás podría brindar un mínimo de seguridad bajo los tres palos. Cada centro o cada remate al arco de Boca era jugada de gol. Sandro estuvo presente en varios partidos y mantener el arco en cero era una misión imposible. Tres pepas en el Monumental en un nefasto 3-3. Tres pepas en cancha de Unión en otro 3-3. Hasta que la hinchada y Veira, en ese orden se cansaron. En el partido con Dep. Español en La Boca, a los 4 minutos y ante un remate al arco, quiso embolsar la pelora pero le pegó en el pecho y dio un rebote larguísimo. Rebote que un tal Almirón transformó en el primer gol de los gallegos. Y “La 12” empezó su trabajo de demolición. Cada vez que la pelota llegaba al arquero, le bajaba una estruendosa lluvia de chiflidos. El resto de la cancha no fue menos. Y le festejaba y aplaudía irónicamente cada saque de arco. Y Veira, un amigazo, lo incendió definitivamente y lo sacó en el entretiempo. Para jugar los segundos 45 minutos entró el “Pato”. En la semana hubo fuego cruzado de declaraciones. Mientras el técnico aseguraba haberlo reemplazado para “protegerlo”, Guzmán afirmaba que su ciclo en Boca estaba terminado y que no lo habían esperado como merecía. Un caradura.
Pudo jugar un partido más frente al lobo jujeño y tras la finalización del campeonato pasó a Dep. Español. De allí a All Boys, Atlético Tucumán y otros equipos de la “B”. Para darnos una mínima idea de lo que fue la estadía de Guzmán en el arco xeneize bastan dos números: jugó 18 partidos y se comió 30 goles. Un verdadero clavo. Y oxidado.