jueves, 4 de junio de 2009

El Gimnasia - Boca del Apertura 2006


La visita de Boca al Estadio Único para enfrentar a Gimnasia por el Apertura 2006 dio metros y metros de tela para cortar. Porque ese partido, por la sexta fecha, estuvo rodeado de todos los ingredientes posibles para hacerlo imborrable en serio. Por donde se lo mire.
...
El 10 de septiembre, Boca llegaba a La Plata en busca de los tres puntos para matar varios pájaros de un tiro: seguir arriba en la tabla, alcanzar el récord argentino de 13 triunfos consecutivos y de paso despedir con todos los honores a Alfio Basile en lo que iba a ser su último partido por campeonato local dirigiendo al xeneize (luego de que el caprichoso llamado de Don Julio ponga fin abruptamente a un ciclo dorado en la vida de Boca).
Los once que mandó el Coco a la cancha fueron: Bobadilla, Pampa Calvo, Cata Díaz, Morel, Krupoviesa, Ledesma, Gago, Neri Cardozo, Marino, Palacio y Palermo. Y ya de entrada quedó evidenciada la superioridad del bicampeón. Circulación de pelota, posesión, toque al pie. El Lobo de Pedro Troglio se decidió a emparejar el trámite a las patadas limpias. Y lo logró. Porque lo que rasparon esos muchachos no tuvo nombre. El árbitro Daniel Giménez empezó a cargar de amarillas a más de medio equipo de Gimnasia que de a poco fue llegando al área de Bobadilla. En uno de esos avances, tras un centro, Calvo empujó al uruguayo Silva, el Sargento pitó penal y el Lobo se encontró con un regalito que ni se esperaba. Ponerse un gol arriba.

Boca arrimó un par de veces con disparos de media distancia, pero los primeros 45 se fueron 0-1 para los triperos. Lo mejor (o lo peor, según cómo se mire) estaba por venir.
...
Pasaban los minutos y el entretiempo se hacía más interminable que de costumbre. Hasta que las radios empezaron a tirar el rumor. El partido no se iba a reanudar ya que el juez lo había suspendido en los vestuarios al ser invadido su camarín por el presidente de Gimnasia Juan José Muñoz y un par de barras. Aparentemente le patearon la puerta, entraron y lo apretaron con un contundente "...cuando salgas a la calle te vamos a matar...". Pareció fuera de contexto porque el arbitraje del Sargento no había sido para cuestionar. Lo cierto es que a los pocos minutos se confirmó la noticia. Partido suspendido y a otra cosa.

En la semana hubo mil idas y vueltas, hasta que el Tribunal ordenó la reanudación para el 8 de noviembre en un tiempo de 23 y otro de 22 minutos.
...
Asi fue como el miércoles 8 de noviembre Boca volvió a La Plata a tratar de dar vuelta el partido. Ahora con La Volpe en el banco y un punto de ventaja en la tabla sobre Estudiantes y River, el xeneize salió a la cancha esa noche con: Bobadilla, Ibarra, Silvestre, Cata Díaz, Morel, Marino, Gago, Neri Cardozo, Guillermo, Palermo y Palacio.
Ya al minuto todos los cálculos chocaron contra un nuevo escenario. ¿Por qué? Porque el Sargento dio un penal algo infantil de Goux sobre Palacio y Martín había puesto el 1-1.
Lo que pudo verse a continuación fue un monólogo de Boca que hizo y deshizo a su antojo. Gimnasia era un equipo increíblemente light comparado con el que casi dos meses atrás cagó a patadas a todo lo que le pasara cerca vestido de azul y oro. Con dos goles de Palacio y otro de Marino la chapa se cerró en un 4-1 que sonaba a increíble antes del minipartido.
Pero, contra lo que muchos creían, el partido todavía no llegaba a su fin. Mejor dicho, la parte más jugosa estaba por comenzar.
...
Al día siguiente se filtró la noticia que la barra del Lobo había ido a visitar a los jugadores triperos antes de la reanudación del partido para dejarles en claro que había que perder sí o sí el partido con Boca, para no beneficiar a Estudiantes en la lucha por el título.
La cosa empezó como un rumor pero se confirmó en las palabras de uno de los jugadores de Gimnasia (que casualidad o no era ex River). Uno sólo fue el que se atrevió a hablar y contó que efectivamente la apretada había existido con datos concretos de hijos y esposas a los que se los iba a ir a buscar en caso de ganar el partido.
Semejante bomba tiró esquirlas y dejó heridos por todos lados: Daniel Giménez, Troglio, Muñoz, el arquero Kletnicki. Pero, como de costumbre, el que quedó peor parado fue Boca. Ya que ante el derramamiento de lágrimas generalizado de jugadores y técnicos rivales y periodismo en general, el campeonato que Boca lideraba cómodamente se había “manchado”. En fin.