miércoles, 1 de julio de 2009

Los aviones de Boca Juniors


Estaba tan dulce el mundo Boca antes de viajar a Japón para jugar la Intercontinental contra el Milan, que la idea bajó a tierra, paradójicamente, volando. Así fue entonces como de buenas a primeras, apareció pintado de azul y amarillo el Boeing 747-287 LV-OOZ.
La jugada, manijeada a lo loco y promovida como parte de los festejos por el pentacampeonato de América conseguido meses antes, tuvo su estreno el 6 de noviembre. Ese día, el avión realizó su primer vuelo y unió Ezeiza - Miami sin ningún tipo de problemas, detalle no menor teniendo en cuenta lo que iba a pasar a los pocos días.
Porque el LV-OOZ xeneize no sólo fue noticia por llevar el escudo de Boca a la vista de todos. El 29 de noviembre en un vuelo Buenos Aires - Madrid, al aterrizar en España se pudo ver que había perdido el capot del motor número dos. Como el vuelo fue de noche, recién al día siguiente pudieron encontrarse los restos de la tapa. Habían quedado diseminados en la pista de Ezeiza.
Semejante incidente parece no haber pesado mucho en las decisiones de los mandamases de turno, ya que con el viaje al país del sushi encima, decidieron sumar otro avión boquense a la flota: el Boeing 737-236 LV-ZSW.
Finalmente el 12 de diciembre, el 747-287 LV-OOZ partió desde Ezeiza rumbo a Japón en un vuelo chárter contratado desinteresadamente (?) por Boca Juniors para llevar a hinchas que, pese a todo, estaban más nerviosos por el cuco Schevchenko que por subirse a ese avión. Gracias a Dios todo salió de maravillas. La nave realizó la travesía por la ruta transpolar, aterrizó el 13 de diciembre en el aeropuerto de Narita en Tokyo y pegó la vuelta triunfal a casa el 16.
Los dos aviones siguieron yendo y viniendo hasta comienzos de 2004 pero en mayo, el LV-OOZ fue pintado con los colores de Air Plus Comet para luego llevar una matrícula española EC-IZL, perdiendo de esta manera la identidad boquense. El otro avión, el Boeing 737, aguantó todo lo que pudo, pero finalmente el 1 de septiembre de 2004 fue pintado. Por lo menos a modo de reconocimiento, se le dejó una estrella amarilla en la tapa de la escalera que tiene en la puerta de proa.

Más allá de catalogar la apuesta como exitosa o no, lo cierto es que fue la primera incursión de Boca en el mundo (?) del transporte aéreo. Pero no la única. En 2007, se refritó la idea con motivo de un nuevo viaje copero a la tierra de Naohiro Takahara.
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(Gracias a Fernando Jara de Línea Ala por los datos)