domingo, 19 de julio de 2009

Nolberto “Ñol” Solano


Antes que nada, asumiendo la polvareda (?) que puede llegar a levantar, es justo reconocer que el paso de Nolberto Albino Solano con la camiseta azul y oro no puede tildarse de fracaso. Es más, fue bueno. ¿Pero se puede decir que triunfó? Mmm, la verdad que no. ¿Tuvo un rato fugaz de fama? Mmm, la verdad que sí. ¿Merece estar en “15 metros de fama”? El debate queda abierto pero un par de rarezas podrían inclinar la balanza a favor del “Sí”.
Marcador de punta o volante por derecha, nacido en Perú y llegado al xeneize a mediados de 1997 en medio de cierto descreimiento generalizado acerca de su rendimiento. Eran épocas que la gestión Macri tiraba manotazos para todos lados, y las compras eran al por mayor y casi siempre de dudosa calidad.
Su debut en ese equipo de Bambino Veira, el 19 de junio, fue en circunstancias bastante exóticas. Porque hay que reconocer que enfrentar a la Selección de Tailandia en el mismísimo Bangkok Stadium no es cosa que pase muy seguido. De hecho, fue la primera presentación del xeneize en ese país, con victoria 2-0 incluida y en el marco de una de las tantas pretemporadas tiradas de los pelos.
El debut oficial del Ñol, triunfo 4-2 frente al Bicho el 24 de agosto, nos regala enseguida una segunda rareza. Porque esa primera fecha del Apertura lo tuvo casi más protagonista que al mismísimo Maradona. A los veinte fue pisado con una plancha tremenda de Benett. Roja para el Balín. Pero a los veinte del segundo tiempo, inesperadamente, el Sargento Giménez mostró roja también para el peruano. Irse a las duchas el día del debut tampoco es cosa que pase muy seguido. Hubo kilos de incertidumbre en la hinchada acerca del nuevo refuerzo de Boca.
Pero esa misma semana empezó a remar contra los prejuicios. Metió su primer gol, un penal en el arco de Casa Amarilla frente a Independiente por la Supercopa, y mostró un buen nivel jugando ese partido como mediocampista. Tuvo su cuarto de hora en ese semestre convirtiendo tres goles más y mostrándose como un tipo con clase, técnica y excelente pegada con pelota parada o en movimiento. Daba algunas ventajas en la marca pero compensaba con creces gracias a su buen pie. La verdad, una joya que encima contó con el ayudín de pelear el puesto de cuatro con Sergio Castillo.
Ya en el Clausura, siguió inevitablemente los pasos de ese Boca. Un buen arranque, pero caída brusca por el tobogán a medida que pasaban las fechas. Llamativamente por ser un defensor tranquilo, sumó otro expulsión el 22 de marzo de 1998 en la goleada 4-0 al Rojo en Avellaneda. Hizo un gol de penal frente a Deportivo Español nuevamente en el arco de Casa Amarilla, la noche que García Cambón asumió como técnico para reemplazar a Veira y tras jugar hasta el final de ese campeonato fue velozmente cedido al fútbol inglés. Dejó la estadística de 36 partidos oficiales, 6 goles y la sensación térmica de que estaba para hacer más camino con la camiseta de Boca.
Su carrera, que había comenzado en Deportivo Municipal y Sporting Cristal de Perú, siguió luego en Newcastle, Aston Villa y West Ham de Inglaterra, en el Larisa del fútbol griego para terminar volviendo al pago donde en la actualidad lo podemos ver con los colores de Universitario de Perú.
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UPDATE aportado por Beto
Yo laburaba en El Gráfico en tiempos en que dirigía el Bambino. De hecho, fui el que le hice la pregunta al Bamba el día de Guzmán contra Español que obtuvo como respuesta el: "Lo saqué para protegerlo".
Cuestión que había llegado Solano a Boca y me mandan a cubrir la presentación. De hecho, aunque parezca increíble le presté mi camiseta de Boca para hacer la foto, porque en el club no le dieron ninguna. Resulta que lo presentan, el Bamba ante las cámaras era todo sonrisa, se saca fotos dándole la mano a Solano, dice que es un jugador bárbaro, etc. etc. Cuando nos vamos por el pasillo, Solano se queda hablando con los periodistas, y yo me vuelvo charlando con el Bambino. Y off the record le digo: "...Y, ¿cómo lo ves al peruano? ¿Para vos va a andar?...". Y el Bamba se caga de risa y me dice. "...¡Qué va a andar, pibe! ¡Argentina, país generoso, neneee!....". Estaba claro que ni lo había visto jugar al Ñol y fue prejuicio puro.