jueves, 6 de agosto de 2009

Jorge “Negro” Martínez


A todos los que extrañábamos horrores al Negro Hugo Benjamín Ibarra, la llegada del Negro Jorge Daniel Martínez a mediados de 2001, nos hizo creer que el enroque era una ecuación perfecta. Porque su arribo fue presentado, sin titubeos, como una versión mejorada del formoseño. En teoría venía un marcador de punta derecho rápido, de buena marca, de interesantes subidas por la banda y de buen manejo con la pelota. Y como si con todo esto no alcanzara, tenía el mismo apodo que Ibarra y su aterrizaje en Boca, a préstamo, venía precedido de un muy buen paso por independiente. Una pinturita.
Debutó oficialmente el 29 de julio en el estadio Mané Garrincha de Brasilia. Fue la tarde de una gran actuación del Pelado Pérez en el empate 2-2 frente al Vasco da Gama por la primera fase de la Copa Mercosur.
Pero el espejismo duró poco. Enseguidita nomás, en ese Apertura, empezó a mostrar más dudas que certezas. Y las enormes ventajas que daba en la marca pesaban muchísimo más que sus escasos aportes de mitad de cancha para adelante. Escasos y poco productivos. Y del buen manejo de pelota, no había muchas señales.
Pese a todo, tuvo la oportunidad de anotar dos goles en ese campeonato. El tercero en un contrataque sobre la hora para sellar el 3-1 a Central en la Bombonera y uno a Nueva Chicago en cancha de Ferro, dos fechas más tarde, en la victoria 2-1.
Este partido contra el Torito fue justo antes de viajar a Japón a enfrentar al Bayern Munich por la Intercontinental, partido bisagra en su errático paso con la azul y oro. Porque los que madrugamos ese 27 de noviembre y vimos que, mientras algunos se jugaban la piel en cada trabada, Martínez pidió el cambio a los 15 del primer tiempo por una molestia en el muslo derecho, no pudimos hacer otra cosa sino terminarnos de decepcionar con el refuerzo estrella que, con la mano en el corazón, a esta altura no era mucho más que un Pampa Calvo.
Ya en el Boca de Tabárez 2002, jugó algunos partidos más en la Libertadores y en el Clausura y su nivel fue más de lo mismo. Al finalizar ese campeonato se fue en silencio y conciente de que había hecho bastante poco como para seguir en Boca.
En total jugó 27 partidos, hizo 2 goles y dejó un recuerdo pobre. Más que nada en comparación con las expectativas generadas al momento de su llegada.
Su carrera, iniciada en Deportivo Mandiyú, Independiente, River, Zaragoza de España y otro ciclo en el Rojo, siguió en clubes más acordes con su nivel mostrado en Boca, a saber: Colón, un tercer ciclo en Independiente, Olimpo, Nueva Chicago y el cierre de su extensa trayectoria con otro ciclo en Olimpo, en donde el árbitro Ángel Sánchez, lo desenmascaró públicamente en el Monumental al decirle delante de las cámaras que todos los punteros lo desbordaban. Bastante descriptivo.