sábado, 5 de septiembre de 2009

El Boca - River del Torneo de Verano 2002


Bastante más acá en el tiempo que el llanto de 1931 y un par de años antes que el arañazo de 2004, el superclásico del fútbol argentino tuvo otro capítulo que dejó a las claras cómo el nerviosismo puede alterar el comportamiento humano. Pero a diferencia de lo que pasó en 1931, esta vez los que prefirieron tirar la toalla antes de tiempo no fueron los jugadores sino unos pocos simpatizantes de la hinchada millonaria.
Hecha la introducción, hay que zambullirse en la noche marplatense del 26 de enero de 2002, sin dejar de mencionar un pequeño detalle. Tres días antes, en el Malvinas Argentinas de Mendoza, River se llevó la Copa Desafío al ganar polémicamente 5-4 por penales. Lo de polémicamente se explica porque el único penal errado de los diez que se patearon fue el de Omar Pérez. El Pelado la picó, la pelota pegó en el travesaño y rebotó claramente adentro del arco, pero el línea no vio el gol y River festejó en forma totalmente desmesurada el triunfo.
Es muy probable que a los jugadores de Boca no les haya gustado ni medio la mojada de oreja y salieron ese sábado en La Feliz pisando el acelerador a fondo. A los 4 minutos, cuando Carreño marcó el primer gol, Boca ya había rifado dos chances claras. A los 12 el Pelado Pérez tuvo su revancha y puso el segundo. Y a los 15 un Chelotazo desde lejos le perforó las manos (?) a Comizzo. Unos minutos antes, Willy Caballero le atajó un penal al refuerzo estrella (?) de River, el uruguayo Fonseca.
Lo que estaba pasando en el campo de juego no se podía creer. Boca, con un equipo lleno de pibes le estaba pegando un baile descomunal a los titulares de River. Cada llegada al área era medio gol. Y así lo hizo saber Comizzo a los 30 minutos cuando levantó sus brazos pidiendo explicaciones a sus compañeros. Se cagó un rato a puteadas con Lequi y trató de separar a Coudet y Pereyra que casi se van a las manos. Boca mientras tanto tiraba paredes y llegaba por todos lados. Con el pitazo de Baldassi se fueron los veintidos al vestuario y quedó flotando en el aire del José M. Minella la sensación de que el segundo tiempo podía regalar cifras históricas en el resultado.
Si alguien de River pensó que en la reanudación el ritmo iba a ser un poco más benévolo, se equivocó feo. El xeneize salió con todo. Pero mientras Boca se frotaba las manos, algunos integrantes de la barra de River vieron la oportunidad de desviar la atención. Tras insultar a Ramón Díaz por no poner a Cardetti (?), saltaron a la platea descubierta y robaron una bandera de Boca. En ese momento, instante que Carreño anotaba el cuarto gol y lo festejaba abrazado con el juez de línea Taibi (foto), la platea ya era un caos: parte de la barra de Boca quiso devolver gentilezas y entró al galope corriendo. Así fue como, mientras los plateístas de Boca y River guardaban desesperados sus banderas y escapaban, se podían ver volar facas, palos, gases y gente (?) al foso.
Baldassi esperó un minuto pero al ver que la situación se había desmadrado completamente, suspendió el partido. De todas maneras los incidentes se trasladaron también adentro de la cancha. La rápida intervención del Maestro Tabárez y su ayudante el Beto Márcico sacaron a Carreño de la línea de fuego. A algunos jugadores millonarios como Coudet y D’alessandro se los notaba muy nerviosos y querían encarar a Carreño para recriminarle vaya a saber Dios qué cosa. Ramón Díaz tuvo un rapto de cordura y arengaba a los suyos para irse rápidamente al vestuario. Y la verdad, no era para menos.
Tras algunos empujones más dentro del túnel, el Maestro Tabárez cerró las puertas y se desataron los festejos en el vestuario xeneize. Era lo mínimo que se merecían Willy Caballero, Pampa Calvo, César el Beto González, Crosa, Clemente, Battaglia, Chavo Pinto, Pelado Pérez, Walter Gaitán, Carreño y Chelo Delgado por semejante paliza futbolística.