viernes, 2 de octubre de 2009

Marcelo Yorno


A diferencia de un Merlo o un Pogany, Marcelo Arturo Yorno sabía perfectamente qué lugar venía a ocupar en Boca: el banco de suplentes. Para esa época, mediados de los noventa, el Mono Navarro Montoya era amo, dueño y señor del arco boquense y no había Supercopa ni rotación que valga. Sin embargo, Yorno podrá contarle a sus nietos que atajó algunos partidos para el xeneize. No en las mejores circunstancias, pero estar bajo los tres palos, estuvo.
Y si tenemos que hablar de su debut, ya nos vemos obligados a viajar mentalmente a una noche nefasta: sábado 9 de diciembre de 1995. Por la fecha 18 del Apertura, Boca visitó (?) a Estudiantes en cancha de Independiente. Y si bien la tabla dejaba ver un segundo puesto detrás de Vélez, la realidad mostraba el ánimo por el piso tras el mazazo del 4-6 con Racing seis días antes. Fue así que con la obligación de ganar o ganar para meterle algo de presión al Fortín, Boca fue un manojo de nervios. Y eso que la noche empezó bien rumbeada con la expulsión del Rulo París y un gol de la Tota Fabbri. Pero a la media hora, el Orejón Crespi echó al Mono y a Martín Palermo y Marzolini tuvo que despertarse de la siesta y laburar un poco. Nada del otro mundo, pero sacó al Colorado Mac Allister e hizo debutar oficialmente a Marcelo Yorno.
Pero el debut terminó de la peor manera. Tuvo que ir a buscar la bocha dos veces al fondo del arco y la derrota final 1-2 entregó el campeonato servido en bandeja a Vélez. Ni más ni menos. No es que Yorno haya sido responsable del hundimiento del Titanic pero tampoco ayudó mucho con su salida desesperada para tratar de atorar a la Fiera Maciel en el segundo gol Pincha.
Tras la debacle, Yorno tuvo su revancha a la semana siguiente. Fue titular frente a Español en la Bombonera en el cierre de ese campeonato. Casi sin pestañear vio de cerca como el Gallego se puso rápidamente dos goles arriba. El empate final 2-2 maquilló una noche de sábado caliente que incluyó la bandera “Gracias x el campeonato” y la devolución a Maradona de su camiseta regalada a la platea baja.
Con la partida de Marzolini y la llegada de Bilardo, Yorno comió más banco y recién jugaría su tercer y último partido oficial en Boca, en la última fecha del Clausura 96, un empate nuevamente frente a Deportivo Español pero esta vez 1-1 y en Bajo Flores. Con el fin de la temporada, armó los bolsos y se fue a Unión, con quien visitó la Bombonera un par de meses después en el Apertura. Esa tarde, cambió el buzo con el Mono y terminó siendo actor involuntario del puntapíé inicial en la guerra de Navarro Montoya y Bilardo.
Su carrera, iniciada en Cipolletti de Río Negro, Estudiantes y Central, siguió en Unión, Deportivo Español y nuevamente en Cipolletti. Para el final nos queda la enorme duda de qué hubiera sido de Yorno si aguantaba tres meses más en Boca. Tras la salida del Mono en noviembre, se le hubiera allanado bastante el camino y más teniendo en cuenta que hubiera peleado el puesto nada más ni nada menos que con Sandro Guzmán.