martes, 8 de diciembre de 2009

El Boca - Chacarita del Apertura 2003


Todo lo que pasó la tarde del 31 de agosto de 2003 por la 4° fecha del Apertura sumó para presenciar una clase relámpago de argentinidad al palo y hacer que el partido pase a un tercer o cuarto plano en medio de tanta locura.
El candombe empezó mucho antes que Carlitos Tévez ponga el 2-0 en el arco del Riachuelo con un bombazo al ángulo de Navarro Montoya. Ya en el primer tiempo de la reserva volaron algunos palos desde la tercer bandeja visitante. Más tarde, en el partido de primera, Sequeira tuvo que parar la bocha cuando apenas se habían jugado 17 minutos. ¿Por qué? A través de la famosa escalerita, la barra de Chacarita subió y bajó varias veces tirando de todo contra los hinchas de Boca que estaban en la segunda bandeja popular. Fueron pocos minutos pero ya empezaba a hablarse en las radios de algunos heridos leves.
Sin embargo, lo peor estaba reservado para un rato más tarde. A eso de los quince del segundo tiempo, la barra del Funebrero entró nuevamente en acción: se pasó al codo y de ahí se fue contra la reja que separa a la platea visitante de la de Boca. ¿Con qué objetivos? Difícil determinarlo. A priori uno pensó que la idea era la típica en estos casos. Tirar un par de piedras y listo. Pero en un momento, y con el agravante de la ausencia total de policías, dio toda la sensación de que había serias intenciones de pasarse a la platea. Tras varios minutos de partido parado, la cosa se terminó de descontrolar mal.
Los de San Martín luego de tirar paraavalanchas, maderas de las puertas de los baños, apoyabrazos de las plateas y pedazos de mampostería fueron hasta la divisón de ambas plateas y revolearon una reja que rebotó, picó y cayó al vacío haciéndose pelota contra la segunda bandeja. Sin ser exagerados, podría haber sido una tragedia si había gente en ese sector. De hecho, el triste caso de Saturnino Cabrera tuvo su origen de esa forma, con la diferencia de que fue un caño y no una reja lo que cayó para abajo. Una locura.
Pero como si todo este caos aun no fuera suficiente, siguió cayendo gente al baile. Una mano anónima abrió la puerta de metal de la tribuna Natalio Pescia y varios muchachos de La 12 se cruzaron la cancha entera, subieron escaleras y dieron el presente en el lugar del quilombo. Se asomaron por el acceso al codo e intentaron hacer justicia por mano propia. ¿La policía? Sin noticias y con ya más de veinte minutos de guerra desatada.
Pero faltaba un detalle de color. Con el árbitro y los jugadores abandonando el campo de juego, las fuerzas del orden (?) tiraron un par de gases desde el campo de juego y hacia las plateas. Obviamente las latas no cayeron ni cerca de donde era el quilombo y sí en plena platea media de Boca. Sin palabras.
En los pasillos del club, los micrófonos iban y venían buscando alguna explicación a tanta locura. Roberto Digón fue contundente: "...esto estuvo armado. Hubo una zona liberada en la tercera bandeja ocupada por los de Chacarita. Todas las cámaras del sistema de audio y video están conectadas al Departamento de Policía. ¿Por qué la Policía no intervino durante una hora?...". Mientras Pompilio evaluaba los destrozos materiales, Gustavo Liotta uno de los médicos que atendió a los heridos, fue muy gráfico: "...esto fue una masacre. No hay muertos de milagro...".
El saldo fue un partido suspendido a los 22 minutos del segundo tiempo, 81 heridos y cero detenido. Bien argento todo. Al día siguiente, los rumores sobre tanto tanto descontrol empezaron a dividirse en tres hipótesis: 1) Una supuesta cama para joder a Macri en su intención de ser Jefe de Gobierno de Buenos Aires. 2) Una interna de Chaca contra Luis Barrionuevo, quien había reasumido la presidencia de Chacarita dos meses antes. 3) Una vendeta policial porque habían echado a varios uniformados en los últimos tiempos. Cualquiera de las tres, más argentinidad al palo.
El Tribunal dio por terminado el partido como estaba (2-0 para Boca) y para el que todavía dude de que esto es el fútbol argentino en su máxima expresión, dos bonus track:
1) Al tiempo se buscó y se encontró un chivo expiatorio perfecto: el control número 293 fue acusado de ser quien abrió la puerta para que la barra de Boca vaya a buscar a los de Chaca.
2) Pero el caso fue archivado sin que haya un sólo responsable ni culpable del quilombo desatado esa tarde.