jueves, 18 de marzo de 2010

Juan Sebastian “Brujita” Verón


Como siempre hemos medido a todos con la misma vara (?), obviamente no le hacamos asco a nada ni hacemos diferencia por portación de apellido. Y así como pasamos de un Profesor Habegger a un Flaco Menotti, también nos vemos en la obligación (?) de pasar de un Fornés a un Juan Sebastián Verón. Y a no dudar de que por más que sea muy amigo de Beckham o use finas camisas italianas, acá será tratado como cualquier hijo de vecino.
Su llegada a Boca, principios de 1996, coincidió con la asunción de Macri como presidente, la llegada de Bilardo como técnico y la demolición de los palcos viejos que daban a Del Valle Iberlucea. O sea una época de cambios. Y no es que haya animosidad contra este volante ofensivo, pero ya hay que hablar de un arrribo medio polémico si nos agarramos de una bombita que tiró como si nada antes de jugar su primer partido oficial. La verdad que para empezar, flojito flojito.
Pero sus innegables condiciones y la banca de Maradona, hizo que muchos hiciéramos la vista gorda. Para colmo su debut, el 17 de marzo de 1996, fue a lo grande. Por las primeras fechas del Clausura 96 clavó un terrible golazo a Huracán en Parque Patricios faltando cinco minutos. La media distancia, uno de sus puntos fuertes, empezó a inclinar la balanza para su lado a pesar de que ese gol terminó sriviendo de poco tras el empate final 1-1 de Hugo Romeo Guerra en tiempo de descuento. Pero salvar la ropa, la salvó.
Formó distintos mediocampos siempre como libre y juntándose con los de arriba. Si le tocaba ir por los costados, tenía despliegue. Buena pegada no se le puede negar. Llegada al gol también si le contamos 4 goles en sus 17 partidos oficiales con la camiseta azul y oro. ¿Y entonces?
Que tras el porrazo en la lucha por el título luego de una increíble gira por China, la Brujita armó los bolsos y a los 4 meses y 3 semanas de su debut se las piró a Europa. Su despedida fue una tarde de derrota 1-2 con Estudiantes en La Boca por la penúltima fecha de ese campeonato. Tarde que Maradona entró por el portón de acceso al club faltando quince minutos para empezar el partido, Palermo hizo los goles del Pincha y Verón el de Boca. Fue un golazo al ángulo que obviamente no gritó. No era para menos.
Nadie quiso imaginar que su tour por el xeneize haya sido una excusa para elevar su cotización de cara al futuro europeo que ya le asomaba en su horizonte. Pero la gente es mala y comenta. Como también comenta que el técnico de ese momento le hizo esa gauchada sin segundas intenciones.
Proveniente de la escuela pincharrata, su futuro lleno de glamour incluyó camisetas que siempre transpiró. A saber: Sampdoria, Parma y Lazio en Italia, Manchester United en Inglaterra, otra vez en Italia con el Inter y un regreso a toda orquesta en el Pincha. Tremenda carrera. Como es un hombre de mundo, conoció casi todos los rincones del planeta. Y hasta se dio el lujo de pasear en pleno campo de juego durante el Mundial de Japón/Corea 2002.