martes, 20 de abril de 2010

Leonardo "Mudo" Itabel


Es normal que haya chivos expiatorios en donde los hinchas puedan depositar tranquilos (?) todas las culpas de una derrota. Y está bien (?). Generalmente hasta hay cierto merecimiento en el jugador caído en desgracia, ya sea por bajos rendimientos repetidos o hasta por falta de actitud. Lo que llama poderosamente la atención en el caso que nos ocupa, es que Leonardo Fabián Itabel, logró ser el culpable de todos los males en apenas cuatro meses. Sus únicos cuatro meses con la azul y oro.
Llegó al club a comienzos de 1990, con 27 años y con cierta chapa de ser un volante ofensivo, de gran técnica y buen promedio de gol. Nada mal para alguien que venía a sumarse nada más y nada menos que al Boca campeón de la Supercopa 89. Por eso, enseguida hubo gran ilusión ante la llegada del refuerzo estrella (?) y mucho optimismo con todo lo que podía crecer el equipo de Aimar.
Debutó oficialmente la calurosa noche del 26 de enero de 1990 cuando entró faltando tres minutos por Diego Latorre. Boca ya le ganaba cómodamente a Central 2-0 en la Bombonera y la segunda rueda empezaba a toda orquesta para darle caza a River e Independiente en lo más alto de la tabla. En los 3-5-2 de Aimar, estaba clarito que Marangoni y Giunta iban a la trinchera, y nuestro homenajeado junto a Gambetita y el Bocha Ponce estaban para abastecer a Graciani y por ejemplo un Rata Rodríguez. Pero Itabel contaba con un plus (?). El Cai ya lo conocía de la época de Ferro, así que no tardó de llenarlo de indicaciones y obligaciones a la hora de marcar. Y como suele pasar en estos casos, ni chicha ni limonada.
Al barullo fogoneado por el DT se le sumó el barullo del prooio Itabel para definir situaciones tan claritas como por ejemplo asistir a un compañero que esperaba solo en la boca del arco. Entonces empezó a enterrarse lentamente y de la mano de un equipo que perdía funcionamiento partido a partido. Llegaron un par de resultados impensados (el 3-3 ante Velez en Liniers y derrotas 0-1 con Union y Ferro en la Bombonera) y el castillo de naipes de derrumbó llevándose puesto en primer lugar a Itabel. Claro, Aimar tenía un lindo sommier con la Supercopa ganada en cancha de Independiente, así que a diferencia de lo que pasa casi siempre, el DT estaba a resguardo.
Itabel estuvo presente y todo en el Orange Bowl de Miami para ganarle la Recopa al Nacional de Medellín, pero ya había olor a caso juzgado. Faltaba algo que llegó al toque. El murmullo cada vez que paraba la pelota, arrancaba por una de las bandas e indefectiblemente chocaba contra un rival. Pasó a tener tolerancia cero con los hinchas pese a meter un impresionante gol de palomita en el Parque Independencia en la victoria 2-1 frente a Ñuls. Partido que quedó como 2-0 tras la suspensión por incidentes y el fallo del tribunal.
A fines de mayo terminó el campeonato y se fue tras 18 partidos oficiales, 1 gol y muchas jormadas para el olvido. Su carrera, iniciada en Chacarita, también incluyó las camisetas de Rosario Central, Ferro, Central Sudamérica y Huracán Buceo en Uruguay y Defensores Unidos de Zárate y Villa Dálmine en el ascenso local.