jueves, 13 de mayo de 2010

Miguel “Toba” Alarcón



Allá por marzo de 1993 y con 21 años recién cumplidos, un micrófono pasó cerca de Miguel Alejandro Alarcón y el Toba vio la oportunidad de presentarse en sociedad: “...para mi es un orgullo ser jugador profesional de Boca. Ahora espero llegar a la Primera, lo que sería una alegría tremenda, no sólo para mí sino para mis viejos. Debo seguir trabajando para conseguir ese objetivo y cumplir el sueño de salir campeón con Boca...”. Declaración bastante casetera (?) pero también entendible a días de haber firmado su primer contrato profesional.
Mediocampista central de marca y despliegue, algo de buena técnica y siempre dispuesto al roce, nuestro homenajeado había llegado a la meta tras recorrer las inferiores desde la novena división. Un dato que tal vez el Toba guardó bajo siete llaves es que a la novena llegó desde las infantiles de River Plate. Pero es un detalle (?) nomás.
Pasó abril, los halcones y palomas se llevaron puesto al Maestro Tabárez y asumió Potente como técnico interino. En este contexto se da el debut oficial de Alarcón. Fue el 16 de mayo de 1993 en cancha de Independiente por la fecha 15 del Clausura. Correteó apenas 1 minuto al ingresar por Manteca Martínez para reforzar la trinchera ya que el partido estaba 1-1 y Boca aguantaba con nueve jugadores los ponchazos del Rojo.
Tras año y medio aproximdamente de oscuridad total, una buena tarde de octubre del 94, Menotti lo mandó a la cancha en reemplazo de Silvio Rudman. Fueron 15 minutos apenas, pero los objetivos los mismos de siempre. Aguantar las embestidas rivales, en este caso, las de un Talleres que iban por el empate. Finalmente fue victoria 3-2 en la Bombonera por el Apertura y si bien Alarcón dio una mano grande en esos minutos finales, pasó casi desapercibido. Es que los flashes se los llevó merecidamente Emiliano Romay tras su doblete de goles.
Y hasta acá llegamos. A la temporada siguiente pasó a Tristán Suárez dejando amigos de la vida como el Ñato Arata, cientos de entrenamientos y dos partidos oficiales. O 16 minutos si nos ponemos rigurosos.