lunes, 26 de julio de 2010

El San Martín de Tucumán - Boca de la temporada 1988/89


Bastante moviditos los días de Boca allá por abril de 1989. Tras perder la punta del campeonato 1988/89 a manos de Independiente y quedar eliminado de la Libertadores contra Olimpia en la Bombonera en unos octavos de final infartantes, Pastoriza tuvo que darle a dos manos para levantar la moral de la tropa antes de viajar a Tucumán y enfrentar a San Martín por la fecha 31 del torneo. Y el partido, chivísimo por el inminente descenso de los tucumanos, hizo de La Ciudadela una olla a presión que empezó a reclamar cualquier fallo del árbitro que no sea favorable a los rojiblancos.
Así de tranquila (?) fue la tarde de ese 16 de abril de 1989 cuando transpiraban sus camisetas Navarro Montoya, Stafuzza, Simón, Cucciuffo, Abramovich, Fabián Carrizo, Marangoni, Chino Tapia, Graciani, Walter Perazzo y Comas. Y en medio de un trámite parejo y para hacer saltar definitivamente la térmica de la tribuna local llegó el gol de Boca a los 40 del primer tiempo. Imposible de digerir para los locales por la forma. Tras un pase largo de Tapia y ante la salida del arquero Guillén, Comas corrió por la punta izquierda y antes de la raya de fondo sacó un latigazo que se clavó abajo contra el segundo palo. Pero como la red no estaba del todo bien agarrada contra el pasto, la pelota pasó de largo y picó varias veces antes de pegar en los carteles de publicidad. Cuando Calabria marcó el centro de la cancha, los jugadores locales vendieron bastante humo protestaron un poco y quedó todo listo para un segundo tiempo bien pezutti.
Para colmo Boca perdió la pelota, Pastoriza sacó un delantero, puso a Villarreal y trató de aguantar el partido. Pero faltando diez minutos, cuando parecía que San Martín empezaba a darse por vencido, una ráfaga puso al xeneize contra las cuerdas. Primero fue un bombazo de lejos que sacudió el travesaño de Navarro Montoya. Y enseguida, Abramovich sacó el empate sobre la línea. A la jugada siguiente, con la pelota en campo tucumano, Calabria observó que Navarro Montoya estaba tirado en el piso. Así que paró el partido, hizo entrar a los asistentes y chau, la locura. Empezaron a caer todo tipo de proyectiles sobre el área de Boca y la verdad, es que los hinchas del Ciruja tuvieron una puntería fuera de lo normal. Primero le dieron al Mono en el piso. Al toque al kinesiólogo Mastrángelo en la cabeza haciéndolo caer inmediatamente (foto). Y cuando varios jugadores de Boca se acercaron para ver qué pasaba, Marangoni fue acertado en el cuero cabelludo.

La imagen de Maranga, aparte de teñir de sangre su cara y de dramatismo la tarde, en cualquier país normal hubiera servido para la suspensión del partido en ese preciso instante. Pero acá no. Calabria fue a buscar a Pastoriza y le preguntó si Boca estaba listo para seguir el partido. Increíble. El Pato, rápido de reflejos, fue tajante: “...tengo a Marangoni que está para ser llevado en ambulancia. No seguimos...”. Pero Calabria evidentemente estaba cagado en las patas no era un hombre fácil de convencer y andaba decidido a continuar el partido. Encaró al Jefe del Operativo de Seguridad, quién le dio todas las garantías (?) para seguir pese a que a esa altura la hinchada de San Martín había abierto un agujero en el alambrado (foto) y se mataban para ver quién entraba primero al área de Boca.

Como el juez todavía no se decidía a suspenderlo, en el campo de juego se vivían momentos de pura confusión que no hacían otra cosa que tirar nafta sobre las llamas. Como el momento en que un par de jugadores tucumanos rodearon al Mono y Juárez le gritó en la cara “...vos tenés la culpa. Te tiraste al piso. Ya lo hacés por costumbre...”. El mensaje seguramente aludía al Racing - Boca de ese mismo campeonato. Pero el Mono se defendió como pudo: “...te lo juro por lo que más quieras. En la jugada anterior, la que pegó en el palo, me lesioné al caer al piso. No estaba haciendo teatro...”.
Mientras seguían cayendo pilas, monedas, cascotes y hasta botellas, Calabria por fin tuvo tres segundos de sentido común, agarró la pelota y suspendió el partido con el cronómetro clavado en el minuto 81 y Boca ganando 1-0. Mientras Marangoni era cocido en el vestuario con tres puntos de sutura, el ingeniero Natalio Mirkin, presidente de San Martín de Tucumán, buscó un microfóno radial e hizo catarsis por la que se le venia encima: “...no puedo decir nada, el partido está bien suspendido. Los hinchas que dicen defender al club no saben cómo lo perjudicaron...”. Pero como esto es Argentina, el DT de San Martín, Nelson Chabay, aportó otra mirada enriquecedora (?) para el fútbol local: “...a ver si de una vez por todas los periodistas porteños dicen toda la verdad y se dejan de apañar a los clubes grandes. El que armó todo este lío fue Navarro Montoya haciendo tiempo en el suelo. Eso provocó a la gente de San Martín. Además no entiendo por qué Calabria paró el juego. La pelota estaba en nuestro campo. Podía nacer una jugada de ataque...”. A los botes.
Por las dudas aclaramos que el Tribunal dio una gran muestra de sentido común y no obligó a jugar los nueve minutos restantes, dando por terminado el encuentro con el 1-0 a favor de Boca.