miércoles, 1 de septiembre de 2010

Barra brava vs Loco Gatti


El 6 de septiembre de 1987 se dirimió una elección muy importante a nivel país: se eligió gobernador de la provincia de Buenos Aires. Y en el fondo, el acto eleccionario era un espaldarazo o no a la gestión del presidente Raúl Alfonsín y al rumbo (?) económico tomado con el Austral. La fórmula del oficialismo, encabezada por C*s*ll*, ponía a la UCR cara a cara con un viejo referente del justicialismo: Antonio Cafiero, hincha fanático de Boca. Dato no menor.
Semanas antes de la votación, las campañas de ambas listas entraron en estado de ebullición. Algunas encuestras ya hablaban de triunfo peronista pero la UCR sacó un as de la manga y se jugó un pleno de puta madre. En un spot televisivo apareció Hugo Orlando Gatti sentado cómodamente en el sector A de la platea en la Bombonera y aconsejando votar por el candidato de Alfonsín. Todo esto en el marco de la presidencia de Don Antonio Alegre, conocido por su afinidad al radicalismo. Lo concreto es que la cosa, en general, no cayó muy bien que digamos.
Pero en particular la barra, que re$pondía a las hue$te$ de Cafiero, no se la perdonó y redobló la apuesta. Empezó a insultar a Gatti por su afrenta (?). El domingo 30 de agosto empezó el torneo y el nuevo Boca de Saporiti perdió 1-2 contra Estudiantes en la Bombonera. La tarde arrancó bien arriba con: “...los bosteros, los bosteros, el domingo, votamos a Cafiero...”. Y siguió calentita tras los goles del Pincha. Ya en los partidos siguientes la cosa se profundizaría niveles impensados con silbidos estruendosos y un tremendo “...borom bom bom... borom bom bom... andate Gatti, sos un ladrón...”. Duro.
La opinión pública trató de equilibrar la balanza y poner blanco sobre negro aclarando que Gatti no había matado a nadie. Y es verdad. Pero el destino, muy jodido a veces, quiso que a continuación vinieran los peores partidos del Loco en mucho tiempo. Y la barra se agarró de eso para aumentar el pase de factura. Y hasta hubo algún que otro chincha común (?) que viendo a Boca bien abajo en la tabla también arremetió contra el uno. Hay que aclarar que la pica venía de fines de 1986, cuando Hugo apoyó públicamente a Alegre en lugar de Armando en las elecciones del club. Y como la gente del Abuelo estaba con el Puma, el detalle no pasó desapercibido. Es más, le echaron la culpa (?) de que el margen tan peleado por el que se impuso Don Antonio fue obra del apoyo del Loco.
Ya con Cafiero electo gobernador, Boca fue el martes 8 de septiembre a Caballito y perdió 1-2 con Ferro por la segunda fecha. La barra esperó la salida de los jugadores y volvió a darle a los bombos casi en la cara de Gatti para hacerle saber que no habría ni olvido ni perdón.
Pero el momento top se vivió el domingo 13 de septiembre. Por la tercera fecha, y con Boca último con cero punto, Cafiero cayó a la Bombonera minutos antes del partido con Unión. Entró al campo de juego, recibió la ovación de Casa Amarilla y esperó a Gatti con una sonrisa de oreja a oreja. El Loco mordió el polvo de la derrota. Los que pensamos que la humillación era sinónimo de borrón y cuenta nueva, nos equivocamos. Siguió el ataque verbal bien camuflado tras debacles como el 0-6 con Racing en Avellaneda, un 1-3 frente a Platense en Vélez donde De Vicente metió un gol de cabeza dsde afuera del área y un penoso 1-5 contra Ñuls en la Bombonera. Aquí la cosa tomó visos de catástrofe cuando antes de los cinco minutos, Gatti quiso pasar la pelota por arriba de la cabeza de Almirón y la pelota terminó dentro del arco de Casa Amarilla. Carne de exportación para los buitres.
En esa temporada habría algunos bloopers más de Gatti (justo contra River en la Bombonera por ejemplo) y sin que nadie lo imaginara y ya con Pastoriza sentado en el banco, se gestaba el ocaso de Gatti. Tras una floja temporada y un comienzo del torneo 1988/89 con otro blooper en la primera fecha frente a Deportivo Armenio en La Boca, el Pato lo borró definitivamente, puso al Mono y decretó de esta manera, el triste final de Hugo Gatti en el arco xeneize. Y en el fútbol.