miércoles, 22 de septiembre de 2010

Daniel Fagiani


Tras una despedida de película, el Vasquito Arruabarrena metió dos goles en una final de Libertadores, dio la vuelta en el Morumbí y pudo marcharse a Europa con la tranquilidad del deber cumplido. Pero lejos de dormirse en los laureles, ese Boca de Bianchi vio enseguida la necesidad de buscar un reemplazante para afrontar la maroma de partidos que se venían. Entre Apertura, Copa Mercosur y la esperadísima Intercontinental en Japón, ese segundo semestre de 2000 pintaba movidito.
Así es como arribó al club Daniel Fernando Fagiani, marcador de punta izquierda con antecedentes en Ñuls y el Valencia de España, cosa que le permitía chapear con ser una suerte de Arruabarrena bis que incluía la siempre tentadora experiencia europea. Pero lindo (?) caramelito nos comimos.
Debutó una lluviosa tarde de julio en la Bombonera cuando por la primera fecha de ese Apertura 2000, Boca calentó motores paseando 4-0 a Argentinos Juniors. Formó zaga con el Negro Ibarra, Patrón Bermúdez, Matellán y podríamos afirmar que aprobar, aprobó. Pero las inevitables comparaciones con el Vasquito lo empezarían a dejar cada vez más en evidencia.
La cosa fue marchando, con evidentes problemas tanto con la redonda en los pies como en los espacios a cubrir en sus retrocesos. Pero gracias a Dios, ese Boca disimulaba cualquier cosa. Y así, despacito, llegamos a la fecha 15, tarde de partido clave frente a Talleres en la Bombonera. Formó igual defensa que en el estreno y su titularidad, a esa altura, era más que un hecho. Pero desde ese 19 de noviembre al 28, jornada en la que Boca se coronó Campeón del Mundo ganándole al Real Madrid, algo hizo ruido en la cabeza del Virrey. Y así fue como en los días previos al choque galáctico, Bianchi probó, probó y se jugó un pleno que en ese momento fue visto casi como un suicidio futbolístico. Afuera Fagiani, Matellán se corría a la punta izquierda de la defensa y Traverso tiraba el ancla como segundo central para hacer dupla con Bermúdez. Como detalle de color queda que el que había que tomar por la zona izquierda era nada menos que al flor de pesetero jugadorazo de Figo.
Como la apuesta salió perfecta, calculamos que ahí nomás en Tokio se debe haber cocinado el futuro de nuestro homenajeado en Boca. O sea, tras la vuelta a Buenos Aires, volvió a jugar las últimas fechas del Apertura, cantó presente en la coronación frente a Estudiantes en cancha de Boca y pegó el portazo tras meteóricos cinco meses, 22 partidos y un rendimiento que fue notoriamente de mayor a menor.
Su carrera continuó en franco descenso por San Lorenzo, Atlético de Madrid, Gimnasia y Esgrima, el Numancia, un raid aparentemente conflictivo en el Tenerife y un anuncio de algo (?) en Argentino de Rosario antes de retirarse del fútbol en el verano de 2007. Meses después sería protagonista de un serio accidente automovilístico en su Rosario natal, hecho en el que quedaría más que comprometido.