jueves, 9 de septiembre de 2010

Franco Cángele


La reciente aparición de Franco Darío Cángele en la sección de los exiliados, nos hizo dar cuenta de dos cosas: primero, el cambalache que debe ser la Superliga de Turquía. Y segundo y principal, que nuestro querido (?) Franco no tenía un post homenaje. Imperdonable (?).
Nacido el 16 de julio de 1984 en la localidad de Francisco Madero, partido de Pehuajó, provincia de Buenos Aires, arribó a las inferiores xeneizes proveniente del invento llamado Deportivo Mac Allister de La Pampa y mostrando como carta de presentación una importante cuota de habilidad, que en la zurda de un delantero no es poca cosa.
Tras desandar la recta final de las inferiores con el cartelito de promesa, el 20 de febrero de 2003 le llegó la hora de la verdad y en pavada de presentación: la primera fecha de la Copa Libertadores en la vuelta de Carlos Bianchi. Esa calurosa noche frente e Independiente de Medellín en la Bombonera entró faltando un minuto por el Chelo Delgado, quien acababa de cerrar un partido complicado poniendo el 2-0 final. En esa Copa metería su primer gol. Fue en Ecuador y sirvió de mucho ya que fue el descuento de una remontada de 0-2 a 2-2 frente al Bercelona. Y ese punto arañado sobre la hora tuvo mucho peso de cara a la clasificacion para octavos de final. Así que no exageramos nada si decimos que Cángele arrancaba con viento a favor.
En ese 2003 lleno de gloria terminaría jugando bastante. Nunca como titular pero siempre como primer recambio de Bianchi cuando había que forzar resultados o romper defensas. De hecho, el fuerte de nuestro homenajeado no era la potencia, ni la velocidad ni el olfato goleador ¿Qué cornos tenia entonces Cángele? Técnica. Que ya quedaba a la vista apenas paraba una pelota y vendía la imagen de que un tipo habilidoso capaz de pisarla, enganchar y gambetear a un rival En una Baldosa.
En 2004, en un Boca cada vez con menos relieve en su plantel, fue moneda corriente y tuvo más rodaje. O bien en los muletos del campeonato local mientras el Virrey se tiraba al Bi en la Copa, o como refresco cuando las papas quemaban. Así fue como terminó entrando en cancha de River por la semifinal para tirarle el centro de la muerte a Tévez. Y así fue como terminó convirtiéndose en la figura en la final de Manizales frente al Once Caldas. Lástima que su penal fue una masita a las manos de Henao y el sueño se hizo pelota.
Llegó Brindisi y el arranque de Franco fue soñado. Entró por Carreño en la segunda fecha frente a San Lorenzo y se anotó con un gol para cerrar el 3-0 a San Lorenzo, la tarde que el debut de las butacas en la tercer bandeja visitante duró menos que Bassedas en Boca, o sea minutos. 
Deambuló junto a ese quipo que fue barranca a abajo sin parar y llegado diciembre, tras 57 partidos oficiales y 10 goles, aceptó con buenos ojos la chance de ser una de las figuras (?) del nuevo Independiente que se estaba gestando. Atrás quedaba su eterno amague de pegar el campanazo y pasar de promesa a realidad. Una película muchas veces vista.
Tanto en Avellaneda como en su posterior paso por Colón de Santa Fe, mostró más de lo mismo y jamás terminaría de despegar. Está a tiempo de revertir su imagen en el fútbol turco, donde ya vistió las camisetas del Sakaryaspor y del Kayserispor.
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Gracias a Felipe por la foto