lunes, 25 de octubre de 2010

Pablo Migliore


Obviamente que no fue el primer golero en entrar con un superclásico ya empezado. Hubo otros casos anterioremente . Pero el contexto y la adrenalina que se respiraba en la Bombonera el 26 de marzo de 2006, hicieron del debut oficial de Pablo Alejandro Migliore una carta de presentación difícil de olvidar. Repasemos.
Fecha 11 del Clausura 06 y Boca puntero, perdía 0-1 ante River escolta. Mitad del segundo tiempo y ya con la consigna asumida de empatar o morir, el equipo de Basile empezó a jugar a la ruleta rusa y fue a mansalva a copar el área del Millonario. Sale un contragolpe y Abbondanzieri corre hasta tres cuartos de cancha para encarar a Gallardo mano a mano. El jugador de River tira la pelota larga y el Pato lo cuerpea para derribarlo. Roja y cambio obligado de Coco: sale Pablo Ledesma y entra nuestro homenajeado. Faltaban todavía 25 minutos y ni queremos imaginar la de talco que debe haber corrido por el banco de suplentes local pese a las muestras de autoconfianza del arquero suplente golpeándose el pecho.
Enseguida otro contrataque y Montenegro, mano a mano, tira cruzado y rompe el palo derecho del arco de Casa Amarilla. Como si todo esto fuera poco, enseguida en otra contra, el tucumano Krupoviesa se inmortalizó cortando una jugada de gol como Dios manda (?). Otra roja y a partir de ahí River entendió como venía la mano. Con dos jugadores más se metió todo atrás y jamás volvió a molestar al joven arquero. Como debe ser (?).
El empate final fue un alivio para todos, pero en especial para un Migliore quien esa misma tarde podía quedar decapitado si River hubiera hecho lo que pudo y no se animó. Así que larga vida asegurada para el arquero. Bueno, no tan larga si vemos que su trayectoria final en el xeneize es de apenas 16 partidos oficiales. Pero algo es algo.
Jugó de a puchitos con Russo cuando hubo muletos en el campeonato local por priorizar la Libertadores 2007 y de a poquito, muy de a poquito, se fue ganando cierta consideración general a base de esfuerzo y personalidad. Porque está claro que pese a su buena estatura, cortar centros y las cualidades técnicas no eran su fuerte. A fines de ese año, y en especial a principios de 2008 ya con Ischia en el banco, tuvo algo más de rodaje en partidos aislados y siempre por la misma causa: las continuas lesiones musculares del arquero titular. Y así, desgarro de Caranta va, desgarro de Caranta viene, empezó a vérselo seguido tanto en formaciones del torneo local como también en fases decisivas de la Libertadores 2008. Motivó que lo catapultó al Cilindro de Avellaneda el 28 de mayo para un partido bisagra en su carrera: Fluminense por la semifinal de ida.
El tirito de Thiago Neves faltando quince minutos no sólo estampó el 2-2 final. Prácticamente lo liquidó. Esa jugada, en la que pudo y debió haber mostrado una respuesta más firme, dio pie para todo tipo de rumores. Desde un intercambio de piñas con Riquelme en ese mismo vestuario en Avellaneda y hasta de la ruptura del idilio con algunos miembros de la barra, lugar del que provenía en sus años mozos (?). El mito habla de hasta un diente que dejó de recuerdo en un asado en Casa Amarilla. Pero lo concreto es que ese gol, más una poco feliz revancha en el Maracaná, lo sentenciaron de por vida. Puso la cara en la Bombonera cuatro días después contra Lanús y chau.
Al finalizar ese semestre, pasó a ser moneda de cambio que desfiló a préstamo por Racing para luego recalar en San Lorenzo. Sus comienzos fueron en un paravalanchas de la tribuna Natalio Pescia, en Germinal de Rawson, Huracán y Deportivo Madryn.