martes, 30 de noviembre de 2010

Las penurias de la Candela en 1983

¿Por qué un grupo de juveniles a punto de subir a la primera de Boca se sacan una foto al lado de cuatro churrascos? La explicación es simple pero a la vez muy triste y hasta difícil de creer pasados ya casi treinta años. Los pibes festejaban el arribo de un cargamento de carne porque literalmente no tenían hacía varios días que no tenían para morfar en la Candela.
La foto es un documento histórico que expone dos sentimientos encontrados aquel sábado 17 de diciembre de 1983 en el mítica predio de San Justo. Por un lado la alegría de ver asegurado un plato de comida, pero por otro, la penosa realidad de un Boca que pasaba de un verdadero dream team en 1981 a un 1983 en franco declive y preparándose para un año siguiente al borde del abismo institucional y deportivo.
Obviamente todos los dardos apuntaron a Benito Noel, presidente que por esas semanas se alistaba a dejar el cargo en manos de Corigliano. Y cuando Corigliano se enteró de la noticia, obviamente la dibujó a su antojo vendiendo impresionantes columnas de humo: “...el sábado hubo bastante alegría porque llegó un cargamento de churrascos de un frigorífico cuyo dueño, el señor Rama, se preocupa por la alimentación de los pibes. Para las nuevas autoridades esto es un motivo de preocupación y daremos a La Candela la atención que merece. Brindaremos gran trato a todos estos chicos porque son nuestro futuro y no merecen estos padecimientos...”. ¿De qué padecimientos hablaba concretamente el mandatario entrante? De lo que los pibes, ya hartos, habían blanqueado un par de días antes. Como el caso de Javier Franco, uno de los juveniles que vivían en el predio de San Justo: “...es cierto que falta la comida. Y cuando hay, nos dan poco y a veces con un plato de arroz no podemos recuperarnos de los entrenamientos que suelen ser de doble turno. Esto no va más. El presidente Noel si vino una vez por aquí es mucho. Ni siquiera conoce a los que jugaron alguna vez en primera. El otro día vino y preguntó donde quedaban los vestuarios...”. Sin palabras.
Los empleados de la Candela tomaron dos posturas. Algunos no hablaron por temor de represalias, pero otros aguantaron los trapos decididos a todo. El capatz general, Roberto Ucha, puso el pecho: “...por suerte hay un grupo de socios adictos a Luis Conde que apoyan mucho... pero no alcanza. El número de lesionados aumenta como consecuencia de la mala alimentación. No hay comida. Miremos el caso de Denny Ramírez que ya se desgarró tres veces en el año...”.
Como a Ucha se lo notó un tipo sincero, se lo buscó para confirmar un rumor casi tan miserable como la falta de comida: “...problemas de comida hubo, es cierto. Pero hay que desmentir que los chicos duermen sobre tablas y demás...”. Menos mal (?).