domingo, 6 de febrero de 2011

La aparición de la bandera negra

Si lo que causó tanto revuelo fue el mensaje escrito, hay que entender que se trató de una ironía que buscó hacer catarsis en la desilusión del hincha de Boca por ver escapar un campeonato que parecía abrochado. Si en cambio lo que pateó el tablero fue el color de la bandera, no hay que olvidar que se han escrito cosas peores y mucho más hirientes sobre otro color de fondo y sin embargo acá estamos (?). Comprobando cómo el color de un cacho de tela puede cambiar la percepción de la realidad. Por otro lado, es necesario confirmar que la foto en cuestión fue tomada un rato largo antes del partido. En el momento que Ángel Sánchez pitó el inicio de Boca-Español, la Bombonera estaba con una cantidad de gente mucho más importante y que dejó en boleterías $ 33.097 de recaudación. Si tenemos en cuenta que los socios no pagan, que Español llevó casi nada de gente, estamos hablando de algo bastante más meritorio que los $ 18.750 de Argentinos-River por ejemplo o los $ 14.294 de San Lorenzo-Central. Todos partidos de esa misma y calurosa decimonovena fecha. Hechas las aclaraciones, arrancamos.
Lo concreto es que esa bandera negra que estuvo colgada un ratito de la segunda bandeja de Casa Amarilla el sábado 16 de diciembre de 1995, muy casualmente (?) sirvió de puntapié inicial para el primer gran objetivo político de la nueva CD: legitimar ante la mayoría de los hinchas la depuración casi total del plantel. Pero mejor vayamos por partes.
El martes 12 de diciembre desde Chile, con Boca ya sin chances de salir campeón en el Apertura y horas antes de la derrota 2-4 en un amistoso ante la Universidad, Maradona tiró una bomba de bienvenida a Macri: "...si viene Bilardo a Boca, yo me voy...". Era sabido que Macri, claro ganador de las elecciones del 3 de diciembre, ya tenía apuntado al Narigón como el encargado de arrasar con muchas cabezas elegido para ocupar el puesto que por esas horas todavía era de Marzolini.
Un día después, el miércoles 13 de diciembre, asumió oficialmente Macri y recién ahí se terminó de blanquear que Bilardo no estaba muy convencido de agarrar a Boca. El tira y afloje, que evidentemente se terminó de pulir horas más tarde en una íntima reunión entre Macri, Bilardo y Ávila, de ninguna manera pasaba por lo económico. El tema en cuestión era lisa y llanamente lo que el técnico no dudó en catalogar como “...un plantel perdedor...”. Pero el nuevo presidente de Boca terminó de convencer a Bilardo dándole garantías de mano libre para hacer y deshacer a gusto con el plantel profesional. Eso sí, la única condición era limpiarlo de punta a punta casi en su totalidad. Las cabezas apuntadas por Macri, y que a más tardar en junio del 96 no debían formar parte de Boca, eran diez. A saber: Navarro Montoya, Soñora, Márcico, Giunta, Martínez, Medero, Cabañas, Gamboa, Fabbri y Pico. En duda estaban Caniggia y Tchami.
Como si la pérdida del campeonato y el mar de fondo que siempre acarrea un cambio de presidente no alcanzara, a horas de asumir, el propio Macri se encargó de blanquear brutalmente su postura de una forma, como mínimo, poco aconsejable: "...tengo una gran queja con todo el plantel. La semana previa a Estudiantes fui al Hindú para pedirles que dejaran de lado sus diferencias, al menos por dos partidos. Sin embargo, al otro día abrí el diario y leí que cinco jugadores criticaban al técnico. Debo haber hablado en japonés. Lo cierto es que el resultado se vio en la cancha. En Boca se acabó eso de que los jugadores hablen mal del técnico o de algún miembro de la Comisión Directiva...".  Con este último misil se refería puntualmente a la carnicería desatada tras la derrota 4-6 con Racing, en donde algunas voces del plantel como las de Pico, Manteca Martínez y Scotto carnearon a Marzolini con declaraciones en los medios.
Así llegamos al día D. El sábado 16 de diciembre, primer partido oficial como Macri presidente del club en ejercicio de sus funciones. Y mientras Mauricio saludaba tímidamente a la gente desde un palco oficial que por entonces estaba sin techito y en pleno contacto con la gente, un rato largo antes del partido y con muy pocos hinchas todavía dentro de la cancha, apareció por primera vez el misterioso trapo negro colgado y enrareciendo aun más el clima que se vivía en la Bombonera. ¿Por qué decimos misterioso? Porque es sabido que ese tipo de expresiones siempre llevan la firma del Jugador Nro. 12. Muchos dudaron de la espontaneidad de la bandera, atribuyéndola más a una maniobra política que a hinchas caraterizados (?) dolidos por los resultados deportivos. Las dudas al respecto crecieron cuando se terminó de llenar la bandeja del medio de Casa Amarilla y la bandera fue retirada. Ya con los altoparlantes dando las formaciones de los equipos, la realidad mostró a la gente dividida pero en general con un clima bastante más benévolo que lo que auguraba esa apocalíptica (?) bandera negra: hubo aplausos cerrados para Maradona, Mas Allister y algo más tenues para Yorno y Fabbri. Y estruendosa silbatina sólo para Medero y Manteca Martínez. Para el resto, indiferencia.
Ojo que sin bandera negra, igual la térmica se mantuvo alta con los hits de la noche: primero lejos, "...ohhhhh nosotro alentamo, pero ustedes nos cagaron....". Segundo el "...atención, atención, atención, atención,,, ahí están los culpables que robaron la ilusión...". Y por último el "...atención, atención, atención, atención, queremo a Maradona y también al Narigón...".
Tras un primer tiempo donde estuvo complicado darse cuenta cuándo atacaba Boca y cuándo atacaba Español, la remontada en la segunda parte de una derrota 0-2 que terminó finalmente en empate, hizo que el vaticinio de Maradona no se cumpliera: “...que me puteen, así me voy...". Nada de eso. Sólo le devolvieron la camiseta que tras el final del partido había regalado a la platea baja.