lunes, 25 de abril de 2011

El regreso de Maradona a Boca en 1995


Desde ya que valía más de diez palos verdes. Efectivamente se llamaba Diego Maradona y a los hinchas de Boca todas las gallinas le importaban poco y nada. Y cada vez que iba a la cancha en calidad de hincha, La 12, la verdadera 12, le agradecía todo lo que Dieguito se merecía. O sea muchísimo.
Ya van a salir los que dirán que no merecía tanto porque al fin y al cabo ganó un solo campeonato con la azul y oro en el pecho. Pero no todo en esta vida se mide en cantidad de vueltas olímpicas. Por lo menos para varias generaciones de boquenses que se rindieron a sus pies con su llegada en 1981, primero por verlo perfilarse como el mejor jugador del mundo cuando arribó a Boca, y segundo, por escucharlo rechazar tiempo antes una oferta concreta de River.
Pero la historia de amor (?) durante su primer ciclo en el club, tuvo un final abrupto y hasta cruel. Expulsión en la batalla ante Vélez en la Bombonera por los cuartos de final del Nacional y suspensión que lo obligó a ver desde afuera la eliminación en Liniers al domingo siguiente. Sin que nadie lo supiera, aunque se sospechara, los días de Maradona en Boca habían llegado a su fin con un sabor agridulce tras el campeonato festejado el 15 de agosto. La concentración de la selección Argentina previa al Mundial de España y el puñetazo en la mesa (?) del Barcelona para llevárselo sirvieron de bajada de telón.
Pero el idilio, lejos de apagarse por la distancia, empezó a crecer. Hubo factores que ayudaron, obvio. La consagración de Diego en México 86, sus hazañas triunfales con el Nápoli y especialmente la sequía de Boca a nivel éxitos deportivos elevaron aún más, si es que era posible, la figura de Maradona. Todo esto mientras algunas hinchadas, como por ejemplo la de River Plate, se agarraban de donde podían cantando que “Maradona festejaba (en 1981) con la Junta Militar” o “que comía polenta con pajarito” y hasta colgando ingeniosas (?) banderas en 1991 como “Maradroga vergüenza nacional”. Hubo algo de tratar de bancar contra viento y marea a Diego, con todo lo bueno y lo malo a cuestas. Pero siempre con el sueño utópico de algún día volver a verlo asomar por el túnel con la diez de Boca y la cinta de capitán.
Sumemos que en pleno auge de su figura, se hizo tiempo para visitas relámpago a la Bombonera como la de 1983 donde incluso compartió vestuario con los jugadores y hasta encabezó la salida de Boca al campo de juego antes de un partido contra Racing por el Nacional.
Años más tarde, a raíz de la suspensión por dóping positivo en Italia, empezó a vérselo mucho más seguido en la cancha. A veces sentado en los viejos palcos que daban a Del Valle Iberlucea. A veces en la platea media. Con Claudia, Don Diego, Antonio Alegre, Guillote, con Carlín o hasta con los jugadores del Sevilla. Pero siempre causando el mismo revuelo. Como cuando entraba como si nada (?) por el playón con su cupé Fuego destilando Boca por los poros.
Así las cosas y con el correr del tiempo, la utopía del regreso empezó a ser un poco más creíble tras su vuelta al fútbol en 1992. Imposible no mencionar la noche del amistoso que jugando un tiempo para el Sevilla y un tiempo para Boca, le cumplió el sueño a muchos. Pero la gente de Boca obviamente quería más, y empezó a cantar pidiendo su retorno, con lo que terminó siendo un himno por aquellos años noventa: “...vamos Boca, ponga huevos, griten todos, para que vuelva el Diego...”. Y Diego volvió. Luego de otra suspensión a cuestas por la efedrina de Estados Unidos 94, pero volvió.
Casi catorce años después de su partida las larguísimas negociaciones tuvieron un final feliz y finalmente se produjo la esperada vuelta en un amistoso contra la selección de Corea del Sur. Pero oficialmente fue el 7 de octubre de 1995. Por la fecha 9 del Apertura y con el Colón de Enzo Trossero (?) en la Bombonera como rival, el equipo dirigido por Marzolini salió al campo de juego con Maradona al frente con un increíble mechón teñido la cinta de capitán. Un momento hollywoodense (?) si sumamos algunos condimentos extra como la exageradísima utilización de humos y bengalas de colores y la aparición de Dalma y Gianinna dentro de una caja de regalo con moño y todo. Más lo que vino a continuación: lágrimas, partido chivo, memorable cruce con Toresani, triunfo 1-0 en el último minuto con gol de Scotto en el arco del Riachuelo y premio Chamigo que le dedicó de puño y letra al Negro Gamboa (?). Tarde completita. Ah, no nos olvidemos (?) que la jornada terminó en el boliche del Zorrito para comer fideos mientras repasaba las imágenes del partido.
La vuelta de Diego ya era un hecho y fue muy disfrutada pese a que no tuvo un cierre acorde tras la debacle de Boca en las últimas fechas perdiendo el título a manos de Vélez. Pero no importa (?). Ya estaban al caer dos años a puro Lo Jack, llegada a los entrenamientos a bordo de un Scania, Ben Johnson, faltazos, picos con el Cani, peleas con Macri, algún que otro dóping (?), cinco penales errados en forma consecutiva, golazos, paseos en jet-ski y mucha más magia hasta colgar definitivamente los botines luego del triunfo 2-1 a River en Núñez el 25 de octubre de 1997.