domingo, 3 de abril de 2011

Toto Lorenzo vs Bilardo

Año 1977. Copa Libertadores. Boca comparte su zona con River, y los uruguayos Peñarol y Defensor Sporting. Con una gran actuación pasa a la siguiente ronda ganando 4 partidos y empatando 2 sin recibir ningún gol en contra. Ese año la primera fase se disputó en 5 zonas, pasando a la siguiente instancia solamente el ganador de cada una de ellas. En ese momento se agregaba el campeón del año anterior, Cruzeiro, y se formaban dos grupos de tres equipos cada uno y los ganadores de cada grupo disputaban la final. A Boca le tocó compartir grupo con Libertad de Paraguay y Deportivo Cali de Colombia.
Los dos primeros partidos fueron con los paraguayos, ambos los ganó por 1 a 0 y llegó el momento de viajar a Colombia. Allí empezó la historia.
Boca era dirigido por Juan Carlos Lorenzo y Deportivo Cali, nada más y nada menos que por el doctor Carlos Salvador Bilardo. Dos técnicos cultores del ganar como sea (?) que conocían todas las mañas habidas y por haber y aprovechaban cualquier resquicio del reglamento a su favor. Lo que se preveía ocurrió: una “guerra” total fogoneada por los dos técnicos.
Comenzó Lorenzo con sus acusaciones. Lo primero que manifestó fue que no viajó a Colombia a ver el partido entre Cali y Libertad porque el mismo se televisaría en directo en el país y podría observar y analizar al equipo colombiano sin tener que movilizarse. Pero… el partido no se televisó y según el Toto fue por gestiones realizadas por los dirigentes colombianos a instancias de los requerimiento de Bilardo. La verdad, no parece muy creíble la acusación de Lorenzo. ¿Tanto poder tendría Bilardo para malograr una televisación que generaría mucho dinero para mucha gente? La televisión local dio un informe técnico en el cual hablaba de inconvenientes en el traslado del camión de exteriores como causa de la no emisión del partido.
La siguiente acusación de Lorenzo fue contra el lugar de alojamiento. Según él, Boca había solicitado un predio situado a 20 kilómetros de Cali, denominado CIAT, lugar sumamente tranquilo y que por órdenes de Bilardo fue negado. En resumen, el equipo boquense fue derivado a un hotel céntrico, el cual según palabras de Lorenzo “...siempre está de fiesta, no se puede dormir, entra y sale gente todo el día...”. También dijo que en la zona clasificatoria le hicieron lo mismo al Bolívar y que además “...les mandaron 5 o 6 mujeres, pero conmigo les falló. Están bien educados, no le dan bolilla a ninguna mina...”. A esto respondió el propio presidente del club, Alex Gorayeb, manifestando que nadie de Boca se había contactado con él para solicitar dicho lugar y que si lo hubieran hecho se los hubiera conseguido. Lorenzo respondió diciendo que envió a su ayudante de campo, Román, y que ni siquiera se dignaron a atenderlo.
A renglón seguido el Toto cargó contra el periodismo. Acusó a Bilardo diciendo que se había contactado con periodistas amigos a los efectos de iniciar una campaña en contra del club argentino. El doctor negó terminantemente esto y declaró que el periodismo colombiano empezó a maltratar a la delegación xeneize como represalia por el mal trato que los jugadores argentinos brindaron a sus colegas. El más apuntado y señalado por el prensa fue Hugo Gatti. Los periodistas se quejaban por el estricto sistema que implementaba Lorenzo y el poco tiempo que permitía a los jugadores dialogar con la prensa. Censuraban el hecho de que hiciera colocar un biombo para separar el lugar del restaurante del hotel donde comían los jugadores, que mandara al médico a supervisar la comida que les preparaban y que exigiera que las gaseosas fueran abiertas en la mesa.
Después, Lorenzo impidió el acceso de cualquier no allegado a Boca en los entrenamientos. Entonces Bilardo no dudó en treparse a un alambrado, para de allí espíar la práctica boquense y además hacerse fotografiar por toda la prensa colombiana. El asunto era echar cada vez mas leña al fuego. Enterado el Toto de lo que había hecho Bilardo, declaró a los cuatro vientos: “...si me hubiera dicho que quería ver nuestro entrenamiento, yo le habría facilitado el ingreso al estadio...”.
Boca trabajó tranquilo hasta la última noche. Allí, después de salir a cenar a un restaurante fuera del hotel, se encontraron al volver al ómnibus con una rueda pinchada que había sido tajeada con un cuchillo y luego, a la hora de dormir, debieron soportar largos ratos de bocinazos, bombos, matracas y todo tipo de ruido que sirviera para no dejar descansar tranquilo a los jugadores.
Por supuesto, después de todo este circo de declaraciones y acusaciones cuando Boca salió a disputar el partido, fue recibido con una estruendosa silbatina que aumentó aún más al momento de la ejecución del himno argentino.
¿El partido? Luchado, trabado, muy friccionado, con mucha pierna fuerte por ambos lados, cosa que era una característica general de cualquier partido de copa de esos años.
El Deportivo Cali se puso en ventaja pero casi al finalizar el primer tiempo, el correntino Francisco “Pancho” Sá empató para Boca. En el segundo tiempo Boca se refugió atrás, trató de aprovechar el contragolpe, aguantó el resultado sin mayores sobresaltos y se llevó el punto que había venido a buscar. El público, ante la impotencia de su equipo por ganar el partido, terminó culpando al árbitro el cual debió retirarse custodiado por la policía. Mastrángelo tuvo que ser asistido por el Dr. Gioiosa ya que su marcador le puso una pomada irritante en uno de sus ojos.
Finalizado el partido, los dos técnicos se acusaron mutuamente hablando de falta de dignidad y de ética. Lorenzo gozaba el resultado y se regodeaba pensando lo que podría llegar a soportar el Cali cuando tuviera que presentarse en la Bombonera. Sin embargo, nada sucedió en la revancha ya que el Cali perdió con Libertad de Paraguay y Boca quedó clasificado para la final antes de tener que jugar ese partido.
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Autor Jorge Claudio Joffrés