miércoles, 18 de mayo de 2011

Los festejos por la obtención del Clausura 91

Antes que nada, queremos pedirle dos cosas a los hinchas de Boca post 98 o que no vivieron en carne propia lo que se narra a continuación. Primero, que crean todo lo que se cuenta en este post. Pasó. No es joda. Y segundo y más importante, que hagan un esfuerzo por tratar de entender la situación. Hecha la aclaración, a los botes arrancamos.
La imparable marcha del Boca de Tabárez en el Clausura 91 desató un descontrol en el pueblo boquense bastante difícil de bajar a palabras. A punto de cumplirse diez años sin campeonatos locales, la Supercopa ya no le llenaba la panza a nadie a la hora de sacar pecho frente a cualquier hinchada que sabía dónde pegar. Así las cosas, que por ejemplo veinte tipos de Belgrano griten en la Bombonera “mire mire qué locura, mire mire qué emoción, este es el famoso Boca, que ya van 10 año’ y no sale campeón...” dolía como la puta madre.
El tema es que tras la fecha 17, con un campañón de 12 partidos ganados y 5 empatados, Boca le llevaba 4 puntos de ventaja al segundo, San Lorenzo. Y el fixture, bien gauchito, obligaba en la penúltima fecha, al cruce definitorio con el Ciclón haciendo las veces de visitante en cancha de Vélez.
Desde los medios de comunicación, desesperados por vender, se presentó el partido como la final del campeonato. Cosa que como ya sabemos no era para nada así, dado que lo que otorgaba ese campeonato era sólo la categoría de “Ganador” para enfrentarse en una finalísima con el ganador del Apertura anterior. Pero no nos vayamos de tema.
El domingo 23 de junio la caravana hacia Liniers arrancó tempranito ya que el partido fue llevado a las 11 de la mañana. En un clásico trabado y bastante chivo, Boca la pasó bastante mal sobre el final, pero aguantó el 1-1 y tras el pitazo final del Pichi Loustau se coronó ganador del Clausura. Pero entre lo que habían fogoneado desde la prensa, más la hambruna (?) que había en la gente, la cosa se desmadró al toque. Hubo jugadores en andas y llorando, choreo de camisetas, vuelta olímpica y el consabido grito de “dale campeón” atronó Liniers. El boleto a la final estaba asegurado, pero la cosa siguió in crescendo. Ni mencionemos las banderas que ya se vendían como pan caliente con la frase piedra de “Boca campeón 1991”.
El regreso desde Liniers ese mediodía fue en bondis repletos y en camiones sin acoplado pero directo a dar la vuelta al Obelisco. Por las radios llegaba un llamado a la cordura cuando se confirmó que los jugadores de Boca se iban derecho al hotel y no iban a participar de ningún festejo. El reglamento de AFA era claro pero poco nos importó.
La gente se movilizó a la Bombonera y empezó a llenar las calles aledañas. Alguien habrá sugerido que era mejor abrir la cancha que dejar a todos los hinchas en la calle, y así se da lugar a la foto en cuestión, a eso de las dos de la tarde, cuando la tribuna de socios que da al Riachuelo se llenó sin partido ni festejos de por medio. Porque sí (?). La gente cantó y saltó a sabiendas de que no iba a ver nada de nada en la Bombonera porque la realidad indicaba que Boca todavía no era campeón. Cosa que poco y nada les importó a los noticieros, revistas y diarios que sin temblarles el pulso mandaron a tapa el título catástrofe de “BOCA CAMPEÓN”. Turros. Ni hablar del por entonces Presidente de la Nación que no tuvo mejor idea que vaciar el país lenta pero alevosamente pronunciarse ese mismo domingo y declarar “Boca es un justo campeón. Fue el mejor equipo del torneo”. Un hijo de puta en todos los sentidos.
Pasaron los minutos y la escenografía de la Bombonera y sus alrededores fue la de un partido de fútbol. Policías, choris a mansalva y los vendedores que se zarpaban con las banderas a 50.000 asutrales, los peluches a 30.000 y las corbatas de franela a 15.000. También hizo furor pero bastante más barato un llavero donde un hincha de Boca tenía sexo con una simpatizante de River. La cosa era vender algo. Hubo muchas bocinas de aire comprimido y un par de caraduras que se subieron a los paravalanchas.
En resumen, un festejo (?) que iba a tener su segunda parte al domingo siguiente cuando en la última fecha ante Platense y antes de que comience el partido, los jugadores de Boca cedieron a la presión de la gente (?) y dieron la vuelta olímpica en la Bombonera pero caminando.