martes, 6 de septiembre de 2011

La hazaña que no pudo ser contra San Lorenzo en 1985

En una época donde la hinchada de Boca tenía bien claro que no iba a festejar campeonatos, patriadas como la acontecida durante los últimos tres minutos del Boca - San Lorenzo de la primera rueda del campeonato 1985/86 eran festejadas como si fuera una vuelta olímpica. Con tribunas cantando el “aunque ganes o pierdas” de Víctor Heredia durante varios minutos luego de la finalización del partido. Y eso que los locales podían salir inmediatamente. La cosa era festejar que el alma de Boca estaba intacta, más allá del resultado ocasional.
Y si de resultados hablamos, en aquella tarde del 6 de octubre de 1985 hay que decir que ni siquiera se pudo rascar un empate. Aunque se estuvo increíblemente cerca.
Con San Lorenzo ganando al galope 2-0 con dos goles de Walter Perazzo, el segundo un golazo, las dos bandejas visitantes del Riachuelo se venían abajo cantando por la paternidad, por cortar una interesante racha del Boca de Di Stéfano y por autoproclamarse como los capos de La Boca, linda chicana pero que al mismo tiempo no hacía otra cosa que demostrar donde tenían que pagar el alquiler a fin de mes.
Pero con el trámite controlado y un merecido triunfo azulgrana casi en el bolsillo, la locura invadió la Bombonera a partir de los 42 del segundo tiempo. Una desinteligencia con mucho de distracción en la defensa del Ciclón permitió una excursión de Pasucci que terminó con un tiro mordido y cruzado que pegó en el palo derecho de Chilavert antes de entrar. Un gol que conectaba nuevamente el respirador artificial (?) y de la nada ponía una derrota a tiro de empate.
La Bombonera tembló con un “...oh nosotro alentamo’ / pongan huevo’ / que ganamo’..” y calculamos que algo nervioso se debe haber puesto la visita. No por nada Nito Veiga se apuró e inmediatamente tras el descuento sacó a Perazzo para meter a Sergio Adolfo Giovagnoli, protagonista estelar de lo que iba a pasar unos minutos después. Ya no se escuchaba el “...seguí bailando que te vas a enloquecer / seguí bailando Boca, seguí bailando...” desde las bandejas visitantes. Hubo un centro cruzado que provocó una gran avalancha en la tribuna de socios de Casa Amarilla, lugar hacia donde Boca pateaba religiosamente en todos los segundos tiempos, y enseguida lo imposible.
Ya casi sobre la hora del tiempo recuperado (?), una corajeada de Dykstra sobre la raya de fondo pero sin que lleve un peligro de gol real, terminó con el delantero boquense enroscado por las piernas del recién ingresado Giovagnoli. ¿Lo buscó Dykstra? Probablemente. A la caída de Dykstra le siguió un alarido feroz y el correspondiente penal cobrado por Espósito. Las caritas de los jugadores de San Lorenzo.
El árbitro avisó a todos con señas que no habría posibilidad de jugar un eventual rebote ya que pateado el penal, terminaba el partido. Como Boca venía de errar tres en forma consecutiva en los pies de Centurión, Di Stéfano dio la expresa orden de que el encargado de ejecutar ese penal fuera el Tata Brown. Pero con la Bombonera convertida en ese momento en un verdadero infierno, cuenta la leyenda que Brown se cagó en las patas prefirió dejar su lugar a Roberto Pasucci. El tiro de Pasucci fue fuerte, a media altura y a la izquierda de un Chilavert que alcanzó a rozar la pelota, para que pegue en el palo y salga. Grito ahogado, enorme decepción y despedida al equipo con aplausos por lo que casi fue un milagro futbolístico.
En los vestuarios, todavía con las pulsaciones a mil, Pasucci puso el pecho a las balas y daba muestras de sinceridad: "...hubiera sido un milagro y una injusticia. San Lorenzo fue un justo vencedor...". Y Don Alfredo Di Stéfano opinó de la misma forma: "...nada que decir. Jugamos mal y nos ganaron muy bien. Podrían habernos superado por más goles y era justicia...".