Ramón “Mano de piedra” Centurión explotó en el Nacional 1984. Era sinónimo de gol para el tatengue. Los hacía de a dos, de a tres y hasta de a cuatro por partido. Pero siempre en Unión.
El grupo empresario Puma compró su pase y, con las mejores intenciones, lo cedió a Boca para la temporada 1985/86. Boca estaba necesitado de armar un equipo medianamente competitivo y no lo pensó dos veces. Llegaba un goleador.
Hay que reconocer que tuvo un arranque más que aceptable. Varios goles y actuaciones prometedoras, como cuando le clavó tres goles al Lobo en el bosque en el lapso de 4 minutos.
Pero lo bueno duraría poco. O muy poco. Empezó a errar goles y a entrar poco en juego. Hasta aquí podriamos hablar de una racha negativa típica de goleador. Pero la cosa se agravó a pasos agigantados. Marró 3 penales consecutivos en partidos diferentes (Ferro, Unión y Huracán) y la hinchada perdió la paciencia
Se lo empezó a ver con cierto desgano y, como no podía ser de otra manera, se ganó los primeros insultos a coro. Pero aquí no termina la cosa. Falta la frutilla. En la segunda rueda contra el Lobo platense en la Bomboinera, pasaban los minutos y Boca no podía quebrar el cero. La cancha era un hervidero cada vez que “Mano de piedra” tocaba la redonda. En el segundo minuto de descuento le quedó una pelota picando en al área, enganchó y la cruzó con un derechazo alto. Golazo. Pero..... no. Mientras el juez Romero, a instancias del línea, anulaba el gol por offside, “Mano de piedra” siguió su alocada carrera y en vez de gritar su desahogo, no tuvo mejor idea que saltar los carteles de publicidad y agarrarse los genitales con sus dos manos frente a la tribuna de Casa Amarilla. Imposible olvidar su cara cuando se dio vuelta y vio a los defensores de Gimnasia sacar el tiro libre. Imposible de olvidar también para la hinchada. Ese domingo tuvo que irse de Brandsen y Del Valle Iberlucea en patrullero y con fuerte custodia policial. Fue su último partido en Boca.
Como si todo esto no fuera suficiente, el grupo Puma, rápido de reflejos lo cedió a River. La bronca, entonces creció aun más. Tras un confuso episodio de dóping en el club de Nuñez,”La 12” le dedicó un cantito inolvidable por esos años: “Centurión, Centurión, Centurión....... Centurión necesita la falopa....... y Alonso, una pija, o un consolador, hay gallina la puta que te parió”.
Ramón Miguel Centurión. Un verdadero ejemplo de todo lo que no se debe hacer.