Vamos a hablar sin rodeos y yendo derechito al grano. La imagen que dejó Adrián Néstor Domenech en su paso por Boca fue mala. Y más teniendo en cuenta sus actuaciones predentes en el Argentinos Juniors multicampeón. Actuaciones que, en definitiva, hicieron que viniera al xeneize.
Llegó junto a una gran cantidad de refuerzos para la temporada 1987/88, en lo que se creía que iba a ser un proyecto serio: “el proyecto Saporiti”.
Debutó oficialmente el 8 de septiembre de 1987 en cancha de Ferro por la segunda fecha del campeonato. Una noche que Boca jugó muy mal y perdió 1-2 con los de Caballito.
La verdad es que había muchas ganas y necesidad de verlo rendir bien. Pero la realidad era muy chocante. Y más para un tipo que se apodaba “Ruso” y jugaba de marcador de punta izquierdo. Era imposible no compararlo con “Ruso” Hrabina. Y no es que Hrabina haya sido Marzolini. Pero dejaba el alma y cuando no podía con un rival, lisa y llanamente lo mataba.
Domenech era flojo en la marca, no pegaba ni de casualidad, era flojo en el cabezazo y flojo de mitad de cancha para adelante. En resumen, la cosa no iba ni para atrás ni para adelante.
Jugó en total 16 partidos, no hizo goles y se fue de Boca con un último partido acorde al nivel mostrado. En el crucial choque con Independiente en la Bombonera por la segunda rueda de la temporada 1988/89, fue un molinete liberado para que Insúa, Bochini y Alfaro Moreno entren al área de Navarro Montoya.
Su carrera, que justamente había comenzado en el Rojo de Avellaneda, siguió después en Argentinos Juniors, el Genclerbirligi de Turquía y Platense.
Llegó junto a una gran cantidad de refuerzos para la temporada 1987/88, en lo que se creía que iba a ser un proyecto serio: “el proyecto Saporiti”.
Debutó oficialmente el 8 de septiembre de 1987 en cancha de Ferro por la segunda fecha del campeonato. Una noche que Boca jugó muy mal y perdió 1-2 con los de Caballito.
La verdad es que había muchas ganas y necesidad de verlo rendir bien. Pero la realidad era muy chocante. Y más para un tipo que se apodaba “Ruso” y jugaba de marcador de punta izquierdo. Era imposible no compararlo con “Ruso” Hrabina. Y no es que Hrabina haya sido Marzolini. Pero dejaba el alma y cuando no podía con un rival, lisa y llanamente lo mataba.
Domenech era flojo en la marca, no pegaba ni de casualidad, era flojo en el cabezazo y flojo de mitad de cancha para adelante. En resumen, la cosa no iba ni para atrás ni para adelante.
Jugó en total 16 partidos, no hizo goles y se fue de Boca con un último partido acorde al nivel mostrado. En el crucial choque con Independiente en la Bombonera por la segunda rueda de la temporada 1988/89, fue un molinete liberado para que Insúa, Bochini y Alfaro Moreno entren al área de Navarro Montoya.
Su carrera, que justamente había comenzado en el Rojo de Avellaneda, siguió después en Argentinos Juniors, el Genclerbirligi de Turquía y Platense.