En la extensa lista de probados goleadores que desfilaron por Boca, supuestamente para hacer olvidar a Martín Palermo, hay que incluir sí o sí a Bruno Marioni. Pero al oriundo de San Nicolás también es merecedor de ser incluirlo en la extensa lista de jugadores que por h o por b (?) no pudieron ni siquiera llegarle a los tobillos al Titán.
Para colmo de males el primer partido de Barullo desde el arranque, invitó a soñar a lo grande. Fue el 24 de enero de 2007 en Mar del Plata cuando clavó los dos goles de un 2-0 a San Lorenzo por la Copa de Verano. El de tiro libre, terrible golazo al ángulo.
Su debut oficial fue el 10 de febrero por la primera fecha del Clausura en cancha de Racing. Ese sábado, aparte de la goleada 4-0 a Banfield y los estrenos de Miguel Russo como técnico y Orteman como refuerzo (?), Marioni pudo jugar un rato al entrar por Palacio a quince minutos del final.
Sin embargo, la burbuja explotó muy pronto. Porque su primer partido oficial completo, el 1 de marzo, fue el prinicipio del fin. Esa noche, frente a Cienciano en el Nuevo Gasómetro por la Libertadores, Barullo erró tres mano a mano claritos frente al golero. Y los minutos finales fueron un suplicio porque se lo notaba contrariado y ya sin capacidad de discernir cuándo terminar una jugada y cuándo dar un pase. Fue lo que se dice, una noche negra. Un misil del Negro Ibarra sobre el final lo salvó del incendio total, pero de todas maneras, ya nada volvería a ser igual para él.
Pese a todo ganó algo de rodaje en el campeonato local mientras los titulares eran cuidadosamente guardados para la Copa. Pero hubo más de lo mismo. Y pocas veces se vio un apodo tan bien puesto. Se lo notaba empecinado en tener su tarde consagratoria. Pero no hubo caso.
En total jugó 18 partidos oficiales e hizo 3 goles. El sexto y el séptimo en el 7-0 al Bolívar en cancha de Vélez por la Libertadores y uno a Belgrano de Córdoba en la Bombonera en el triunfo 1-0 por penúltima fecha del Clausura. Tarde recordada por ser su último encuentro con la camiseta de Boca y por las continuas puteadas que se dedicaban con Boselli en pleno partido ante cada contragolpe malogrado.
Tras ese único semestre en el club, su carrera que había comenzado en Ñuls, Estudiantes, Sporting Club de Portugal, tres ciclos en Independiente, el Villarreal y Tenerife de España, Pumas de UNAM y Toluca de México, siguió tras su corto y poco feliz paso por Boca, nuevamente en tierras aztecas: en el Atlas y el Pachuca.