Cuenta la leyenda que “jugador que la rompe contra Boca” tarde o temprano termina en Boca. Leyenda que, como tal, no puede ser demostrada científicamente. Solo hay que creer en ella o reventar (?).
A los casos Boldrini, Iarley, Raúl Peralta y tantos otros hay que sumar el caso del pibe Hugo Daniel Narváez. Con el agravante de que lo de Narváez fue apenas un partido amistoso lo que lo catapultó a ponerse la azul y oro.
El 2 de noviembre de 1978 Boca visitó a Godoy Cruz en el por entonces casi nuevo estadio Malvinas Argentinas. Amistoso que para confirmar otra leyenda, terminó en derrota 2-3 contra un equipo de esa provincia. Lo cierto es que Narváez se comió la cancha, volvió loco a Pernía y abrió el marcador venciendo a Santos a los 43 del primer tiempo.
El pibe, con 24 años y oriundo de Boca de Mendoza, encandiló a todos incluyendo al Toto Lorenzo, quien esa misma jornada empezó a mover cielo y tierra para llevárselo a La Candela. Deseo que le fue concedido.
Fue así como Narváez, puntero izquierdo muy veloz, vino a Boca a préstamo por 3 meses y sin cargo como para pulirse de la mano del Toto y su cuerpo técnico.
El mendocino llegó apenas a jugar 1 solo partido. Fue el 7 de marzo de 1979 contra Almirante Brown, la noche del amistoso que sirvió de excusa para el estreno de la iluminación de la cancha de La Fragata. Ingresó por Juan Ramón Rocha en el segundo tiempo y de paso, calladito la boca, ingresó disimuladamente en la historia de Boca.