César Luis Menotti tuvo dos ciclos como director técnico del xeneize. El primero fue en 1987. Tomó las riendas de un Boca irregular y el golpe de timón de Don Antonio Alegre surtió efecto. Es que el Flaco metió bomba anímica por todos lados, promocionó a juveniles como Fabián Carrizo y Hugo “Pichón de Pasarella” Musladini y revolucionó la forma de jugar del equipo. Es que trajo bajo el brazo toda una novedad: el achique. Una especie de suicido futbolístico que tuvo su cuarto de hora mientras los rivales no se avivaran de como los cuatro defensores salian corriendo hacia adelante para dejar en offside al posible receptor del pase. Pero tras una importante racha de triunfos al hilo, la burbuja se pinchó Después de una derrota 2-3 con el Rojo en La Bombonera por la penúltima fecha, Boca se despidió de la pelea por el título. Entró a la liguilla y una vez más el Rojo fue el verdugo del equipo de César Luis al ganarle la final. Deprimido y sin objetivos a la vista se fue, no sin antes recomendar a la dirigencia su sucesor: un amigo de la vida, Roberto Saporiti.Su segunda etapa fue en la temporada 1993/94. Pero, fiel a su estilo no dirigió en forma completa ni el Clausura 93 ni el Apertura 94. Y le sacó fotocopia a su gestión anterior. Un comienzo auspicioso. Mucho toque, gol y......... achique. Asi que el jogo bonito fue mutando en una película de terror. Como la vivida una noche en San Pablo en un 1-6 contra Palmeiras. En esa Libertadores 94, Boca quedó eliminado en primera fase, terminando cuarto en un grupo de cuatro donde clasifcaban los tres primeros. Sin palabras. Tras cartón rechazó la compra de Ronaldo, la joven estrella brasilera proveniente del Cruzeiro ya que por la misma plata se podía traer a John Jairo Tréllez. Todo un visionario. En el campeonato local fue perdiendo terreno al compás de las derrotas. Pero estaba el salvavdias de la Supercopa 94. En la que llegó a la final y.... perdió. Otra vez Independiente se cruzò en al camino de un Boca de Menotti y a llorar a la iglesia. Los últimos partidos fueron un bochorno: 0-3 con Belgrano en Córdoba y 0-3 con River en La Boca. Y, deprimido nuevamente, optó por irse. Por fin una buena decisión.