Jorge Habegger desembarcó a mediados de 1993 en un Boca que se incendiaba. No por urgencias deportivas, ya que venía de ser campeón en 1992, sino por la feroz interna desatada en el plantel. Halcones y palomas se sacaban los ojos y el maestro Tabarez pagó con su puesto semejante bailongo. “El Profesor” y en una de sus primeras medidas en el cargo, tiró un bidón de kerosén en la fogata y desafectó del plantel a Blas Giunta. Ídolo y símbolo para la hinchada. Referente ineludible de los halcones. Entonces y cómo no podía ser de otra manera, Habbeger se encontró de buenas a primeras con la mitad del plantel y con todas la hinchada en contra. Si a eso le sumamos un Boca sin identidad futbolistica definida, la cosa no tenía buen augurio. Pese a ganar la “Copa de Oro Nicolás Leoz” el hit del momento era religioamente entonado en todos los partidos y por toda la gente. “El profesor, el profesor, se va a la p.... que lo parió”. Aquí en las fotos vemos dos momentos claves en su agonía como DT. El primero, cómo tuvo que irse de la cancha en su último partido (derrota 0-1 con Belgrano en la Bombonera). El segundo, abandonando la concentración con el bolsito armado y una camisa que sintetiza su gestión en Boca: un mamarracho.
