Extraño caso el de Carlos AImar. Extraño porque superó las escasas expectativas en su primer temporada como técnico de Boca. Y en la siguiente, ya acomodado, patinó a lo loco. Arribó para el campeonato 1989/90 y si bien su Boca era una máquina de empatar (21 pardas en 38 fechas) al ganar la Supercopa 1989, cortó una importante sequía de títulos para el club. Sus acciones subieron entonces abruptamente. Era tal la confianza del “Cai”, que en algunos partidos se animó a tirar algunas perlitas, como una insolita linea de 3, sacando a Marchesini del fondo y mandándolo al mediocampo. Finalizada la temportada el balance final fue positivo. Y con un titulo en el bolsillo era la hora del despegue para lo que se avecinaba: el primer campeonato “corto” en la historia del futbol argentino. El Apertura 1990 nos mostró de arranque a un Boca arrollador. Cuatro victorias en las cuatro primeras fechas le colgaron al xeneize el cartelito de “candidatazo”. Pero...... tras perder feo con River en el Monumental tomó una decisión que a la larga le iba a costar la cabeza. Separó a Marangoni del plantel. A partir de ahí todo se vino abajo. Boca no ganó más de local. Y su campaña empeoraba partido a partido. Su consideración en la gente de Boca se vino estrepistosamente abajo. Arengado todo por “La 12” que domingo tras domingo fogoneaba con un sútil “Es Marangoni y su ballet, ole, ole, ole, ole, oleeeeeeee, ole” mientras Maranga veía los partidos por TV. La situación se hizo insostenible y no pudo terminar de dirigir ese Apertura. En la fecha 17, tras perder con Ñuls 0-1 en Rosario presentó la inevitable renuncia.