Puede sonar duro pero es innegable que hay jugadores que obligan a que su paso por Boca sea catalogado, como mínimo, de intrascendente. Y un ejemplo es sin dudas Julio César Saldaña, marcador de punta o volante por derecha que arribó al club a mediados de 1993.
Debutó oficialmente el 12 de septiembre por la primera fecha del Apertura cuando el Boca de Habegger no pudo quebrar el 0-0 contra Estudiantes en la Bombonera.
Con la azul y oro, generalmente se desempeñó como volante. De ida y vuelta pero de nivel bastante irregular tirando a flojo. La realidad es que siempre le faltaban cinco para el mango para ganarse un lugar como titular indiscutido. Encima se rompió los ligamentos en mayo de 1994 por tirarse a lo bestia contra Procineski en la final contra el Real Madrid en La Boca por la Copa Iberoamericana.
Tras estar parado exactamente un año, volvió en una noche triunfal. Fue el viernes 19 de mayo de 1995 contra Ferro. Y lo de triunfal no va sólo por el 1-0 que Boca se trajó de Caballito para mantenerse vivo en la lucha del campeonato sino también por el propio Larry, que con un cabezazo bombeado fue el autor del único gol del partido.
Jugó en total 61 partidos oficiales y marcó 3 goles. Muy recordado el que le hizo a River en Núñez la noche de la goleada 4-2 por el Clausura 95.
Repasando a grandes rasgos. ¿Jugó muy mal? No. ¿Jugó bien? La verdad, no. ¿Se mandaba al ataque? Con cuentagotas. ¿Goles? Muy pocos. ¿Pisaba el área rival? Casi nada. ¿Su fuerte era la marca entonces? Mmmm, no. ¿Pegaba? Una roja en 61 partidos dice que no. ¿Media distancia? Floja. ¿Cabezazo? Apenas zafaba. ¿Tenía voz de mando en el equipo? Ni a ganchos.
Semejante foja de servicios en tres años suena, siendo bastante generosos, a intrascendencia total de Larry como jugador del Club Atlético Boca Juniors.
Su carrera, que había comenzado en Ñuls siguió nuevamente en la Lepra tras su insípido trajinar por el xeneize.
Debutó oficialmente el 12 de septiembre por la primera fecha del Apertura cuando el Boca de Habegger no pudo quebrar el 0-0 contra Estudiantes en la Bombonera.
Con la azul y oro, generalmente se desempeñó como volante. De ida y vuelta pero de nivel bastante irregular tirando a flojo. La realidad es que siempre le faltaban cinco para el mango para ganarse un lugar como titular indiscutido. Encima se rompió los ligamentos en mayo de 1994 por tirarse a lo bestia contra Procineski en la final contra el Real Madrid en La Boca por la Copa Iberoamericana.
Tras estar parado exactamente un año, volvió en una noche triunfal. Fue el viernes 19 de mayo de 1995 contra Ferro. Y lo de triunfal no va sólo por el 1-0 que Boca se trajó de Caballito para mantenerse vivo en la lucha del campeonato sino también por el propio Larry, que con un cabezazo bombeado fue el autor del único gol del partido.
Jugó en total 61 partidos oficiales y marcó 3 goles. Muy recordado el que le hizo a River en Núñez la noche de la goleada 4-2 por el Clausura 95.
Repasando a grandes rasgos. ¿Jugó muy mal? No. ¿Jugó bien? La verdad, no. ¿Se mandaba al ataque? Con cuentagotas. ¿Goles? Muy pocos. ¿Pisaba el área rival? Casi nada. ¿Su fuerte era la marca entonces? Mmmm, no. ¿Pegaba? Una roja en 61 partidos dice que no. ¿Media distancia? Floja. ¿Cabezazo? Apenas zafaba. ¿Tenía voz de mando en el equipo? Ni a ganchos.
Semejante foja de servicios en tres años suena, siendo bastante generosos, a intrascendencia total de Larry como jugador del Club Atlético Boca Juniors.
Su carrera, que había comenzado en Ñuls siguió nuevamente en la Lepra tras su insípido trajinar por el xeneize.