Ariel Krasouski arribó al recordado Boca de Maradona y Brindisi en 1981. Y sin muchos pergaminos en su carrera se ganó, a pura garra, un lugar. Nada menos que el de volante central.
Su forma de jugar compensaba la mitad de cancha. Con mucha entrega y transpiración, el oriental metía como loco.
Tuvo tres ciclos en Boca y siempre fue fiel a un mismo estilo. En su última etapa, la temporada 1987/88, jugó algunos partidos de dos. Lo que lo expusó un poco más y sus patadas se hicieron más llamativas.
Típico jugador uruguayo, Krasouski tiene su merecido lugar en la historia xeneize.