Osvaldo Potente fue un gran jugador de Boca. Un ídolo para ser más precisos. Pura fuerza y habilidad, “Patota” llegaba muy seguido al gol y fue una figura emblemática en la década del ‘70. Lo que nadie podía imaginarse es que una vez retirado de fútbol, trabajaría de bombero. Porque eso es lo que fue “Patota” en sus dos mini ciclos como técnico del xeneize. El primer incendio que tuvo que apagar fue tras la renuncia del “Cai” Aimar en el final del Apertura 90. Tomó las riendas de un equipo que pese a tener buenos jugadores, penaba con cualquiera que le haga un poquito de fuerza. Y su intentona por dejar a ese Boca lo más alto posible en la tabla de posiciones salió mal. Dirigió al xeneize en la fecha 18 contra San Lorenzo en la Bombonera. Partido que la AFA le dio por perdido a ambos tras la trágica muerte de Saturnino Cabrera. Y en la fecha siguiente perdió con Platense 0-1 en la cancha de Dep. Español. El segundo siniestro que intentó apagar Potente fue en el Clausura 93. Tras el alejamiento de un “Maestro” Tabárez harto de halcones y palomas, “Patota” se sentó arriba de ese polvorín que era el plantel e hizo lo que pudo antes de la llegada de Habbeger. Dirigió en las fechas 13, 14 y 15. Y en los tres partidos sacó tres empates con Estudiantes (0-0), Gimnasia (1-1) e Independiente (1-1). Visto los acontecimientos siempre tengamos presente a Osvaldo Potente como un gran ídolo, Pero dentro del campo de juego. Aquí en la foto lo vemos hablando con el "Beto" Márcico en el vestuario de la cancha de Independuente tras el 0-0 con el Pincha.