A los que recuerdan la nublada tarde del 27 de mayo de 1984 les resultará bastante familiar el recuerdo de Omar Rodolfo Porté. Y a los que no, tienen una interesante oportunidad para conocer a un número nueve grandote, lento y algo tosco en sus movimientos, que pese a jugar apenas 16 partidos oficiales y meter 1 sólo gol, le dio una inmensa alegría a la hinchada.
Porque ese único gol, una dramática atropellada en el rebote de un penal errado sobre la hora, fue gritado más o menos como si fuera el gol de un campeonato. Aunque la situación, por supuesto, era muy distinta.
La crisis institucional ya empezaba a dejar huella y en la novena fecha del Metro 84, Boca todavía no había podido ganar un partido. Y ese domingo en cuestión, para recibir a Unión de Santa Fe, se volvía a jugar de local en la Bombonera luego de mucho tiempo. Semihabilitada por algunas fallas edilicias, pero intacta para los corazones boquenses.
Y luego de ochenta y seis minutos sin poder quebrar el cero, un penal a favor sobre el arco de Casa Amarilla era como sacarse la lotería. La oportunidad de por fin meter una victoria. Y semejante carbón encendido fue ejecutado por el Bocha. Pero su tiro, fuerte, abajo y casi al medio fue atajado por un Tocalli que en su volada, amortiguó el remate y dejó la pelota picando casi sobre la línea. Gracias a Dios, la Virgen y todos los Santos, Porté tuvo los reflejos para salir corriendo y tirarse como un desaforado para llevarse puesto la pelota, casi decapitar al arquero y meterla en el arco desatando un verdadero carnaval.
Si nos ponemos un poco menos pasionales y tuviéramos que analizar en serio la trayectoria del Bocha en Boca, habría que hablar de un centrodelantero que llegó al club a comienzos de 1984 tras jugar en Alvarado de Mar del Plata, Deportes Tolima de Colombia y Atlanta. Su currículum más sus baqueteados 28 años, no prometían mucho. Pese a eso, ilusionó mucho de entrada, porque en su segundo partido le metió un gol a River por la Copa Ciudad de Montevideo jugada en el Centenario.
Debutó oficialmente el 19 de febrero en un 1-1 frente a Ñuls en cancha de Vélez por la primera fecha del Nacional. Tras jugar ese campeonato, arrancar como titular en el Metro y hacer algunos goles en amistosos, fue perdiendo minutos y lugar a un ritmo acelerado ya que participaba poco del juego. Su as de espadas era el cabezazo, pero en el contexto de ese equipo, la verdad es que no pudo mostrarlo como se debe. Tras terminar la primera rueda sentado en el banco de suplentes, poco más se supo de él. O sí. Que evidentemente, a fines de 1984 se tomó el palo.