miércoles, 13 de enero de 2010

Luciano “Lucho” Figueroa


Antes que nada y antes de que hordas enfurecidas (?) vengan (?) a prender fuego todo, vale la pena dejar claro una cosa: Luciano Gabriel Figueroa no fracasó en Boca. Pero su fugaz fama en el xeneize, más algunas circunstancias que acompañaron su corto paso por el club, hacen un combo perfecto para ponerse a laburar (?) un rato y armar el post.
Su arribo, en el segundo semestre de 2008, se dio por un motivo bien concreto: la rotura de ligametos de Palermo frente a Lanús por la tercera fecha del Apertura. Ante la grave lesión del Titán, la dirigencia de Boca dio algunas vueltas pero finalmente contrató a Figueroa a préstamo para encarar la recta final del campeonato local.
Lucho vino bastante falto de fútbol y con algunas lesiones importantes en su historial, cosas que hicieron dudar, y mucho, acerca de su rendimiento. Su desembarco fue la semana previa al superclásico y ni queremos imaginar lo que debe haber sentido Lucho al entrar a Casa Amarilla y ver en esos días una reunión muy caliente del plantel para tratar de salvar diferencias tras la salvaje interna que incluyó el cruce entre Cáceres y Riquelme.
Un nuevo triunfo frente a River cambió un poco el clima y dio oxígeno para que Figueroa, ya alineado oficialmente en el bando de Román, se aliste para su debut oficial. Fue el 22 de octubre de 2008 en Porto Alegre. Esa noche, Ischia mandó a la cancha un muletto para enfrentar al Inter por la Sudamericana. Lucho corrió, se movió, pero casi no la tocó. Salió a los veinte del segundo tiempo para dejarle el lugar a Noir, quien finalmente se iría expulsado al toque en esa derrota 0-2 de Boca.
En los partidos del campeonato local jugó algunos ratos aislados para terminar de ganar ritmo y prepararse para su primer partido entero: contra San Martín de Tucumán en la Ciudadela. Una tijera de Lucho puso el 2-1 final que dejó al xeneize cerca del título y a Luciano muy bien parado de cara a la consideración general de hinchas y técnico. Encima, en su segundo partido completo, última fecha del Apertura, pagó con dos goles en el arco de Casa Amarilla para ganarle a Colón 3-2 y meter al equipo en el triangular desempate para definir al campeón.
Tras la obtención del título (a la que sólo le faltó la frutilla de un mano a mano que le tapó Ardente en cancha de Racing la noche de la consagración) arrancó el 2009 a todo vapor. Dos goles a Huracán bajo una tormenta de granizo y a los tres días un cabezazo sobre la hora para ganarle 1-0 al Táchira en Venezuela y casi asegurar el pase a octavos de la Libertadores.
Pero el cuento de hadas terminó de un día para el otro. Tras un bajón importante del equipo dirigido entonces por Ischia, la dirigencia empezó a tramar una reducción en los contratos. El manager en persona anunció una quita en su propio sueldo, poniendo contra la pared a los pocos rebeldes que por entonces quedaban. Lucho, a través de su representante, dio señales de no querer resignar ni un centavo, de manera que se quedó hasta el final del pobre Clausura 2009 y partió de regreso al Genoa de Italia dejando un buen recuerdo, 23 partidos oficiales y 8 goles convertidos. Bien.
Su carrera, iniciada en Rosario Central, incluyó hasta el momento al Birmingham de Inglaterra, el Cruz Azul de México, Villarreal de España, River y el Genoa de Italia.