Para las jóvenes generaciones es bueno recordar como se definió la única final en la historia entre Boca y River. Los primos venían de hacer doblete en 1975 con el Metropolitano y el Nacional luego de 18 años de sequía. Para 1976 el presidente de Boca, Alberto J. Armando, contrató al DT con más prestigio de ese momento, el inefáble Juan Carlos Lorenzo. El Toto, con el plantel que tenía más incorporaciones estruendosas armó un equipo que parecía destinado al fracaso, pero en la ronda final del Metropolitano alcanzó un vuelo inesperado que lo consagró campeón. Para el Nacional, se trajo de Ñuls para que se ponga la 10 al veterano Mario Zanabria,quien le inyectó al equipo el toque de distinción que le faltaba, logrando gran armonía y funcionamiento colectivo. Luego de una buena etapa clasificatoria y pasando sin sobresaltos los cuartos y la semifinal, el destino nos puso frente a River en la final del campeonato. Partido único a jugar en el estadio de Racing, y que no contaba con precedentes en la historia. River tenía también un poderoso equipo que, como le ocurre habitualmente, no se coronó en la Libertadores perdiendo la final con Cruzeiro.
El 22 de diciembre por la noche, casi nochebuena, el estadio de la Academia en su parte alta lucía como nunca ocupado por la gente de Boca. El árbitro elegido, Arturo Ithurralde, llamó a los vestuarios a los capitanes y entre otras indicaciones les recordó que si se producía un tiro libre no era necesario esperar el silbato para ejecutarlo si el equipo beneficiado no pedía la distancia para armar la barrera.
El partido fue de trámite parejo y fue difícil sacarse ventaja. A los 27 minutos del segundo tiempo, el árbitro marcó un tiro libre directo para Boca, en línea recta al arco, a unos 20 metros del "Gigante" Fillol, arquero de River. Tal como lo había advertido Lorenzo a sus jugadores, mientras River armaba la barrera, el 5 de Boca, Rubén Suñé, que era especialista en marcar de penal, se acercó despacito hasta la pelota y sin carrera ejecutó el disparo que sorprendió desde el primer al último espectador e incluso a todos los protagonistas en el propio campo de juego. Ithurralde salió corriendo convalidando el gol y ahi si estalló la parte alta del estadio.
Lo que restaba del partido fue una fiesta para los de Boca porque el equipo Millonario quedó confundido y casi sin respuesta para remontar el marcador.
Es bueno acotar que un año antes y en el Monumental por el torneo Metropolitano, Osvaldo Potente, nuestro número 10, había definido de igual manera un clásico que estuvo a punto de colocarnos en la punta del campeonato en las últimas fechas.
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Autor: Miguel Sarfson