Llama un poco la atención lo prolijamente que estuvo dividida la década del noventa en Boca. Cinco primeros años con un modelo de club y cinco segundos años casi en dirección opuesta.
Tras ganar las elecciones en diciembre del 95, los primeros meses de la gestión de Macri como presidente fueron por demás turbulentos. Desde lo deportivo con las campañas de Bilardo y Veira siempre de mayor a menor, hasta en lo institucional con balances no aprobados por primera vez en la historia del club.
Y mientras los hinchas éramos capaces de dar un brazo (?) por una vuelta olímpica, la búsqueda afiebrada del éxito deportivo justificaba cualquier tipo de logística. Ahí es donde aparece el Fondo Común de Inversión Boca Juniors. Un antro negocio que tenía por objetivo adquirir fondos para la compra de jugadores.
Habilitado desde el 4 de septiembre 1997 y con prometedoras ganancias a mediano y largo plazo, a diferencia de otros fondos de inversión, el de Boca era un Fondo cerrado. O sea que el ahorrista no podía entrar y salir cuando quería, sino que tiene que conseguir un comprador que lo reemplazara.
La inversión mínima para ingresar eran $ 100 que en aquel momento eran U$D 100. Un vuelto (?).
El objetivo que la dirigencia transmitía era la necesidad de llegar rápidamente a los 20.000.000 de dólares de patrimonio para empezar a comprar y armar un Boca hegemónico. Algo que contradecía un poco (?) la otra promesa de hacer de las inferiores el verdadero sostén deportivo y económico del club. Un detalle.
¿Cuál era la garantía de la inversión? El activo era los propios jugadores que haya adquirido Boca con posterioridad al 15 de julio de 1996, cuya edad no supere los 26 años y por el que no se haya pagado más de 3.000.000 dólares. Ojo que la letra chica hablaba de la prohibición absoluta de que ingresaran los representantes de jugadores y de algo que siempre levantó polvareda: las ganancias debían repartirse en parte iguales entre el club y el Fondo. Y si hubiera un saldo negativo el Fondo se hacía económicamente responsable del mismo.
Pero uno de los aspectos más inquietantes (?), sin dudas era quiénes decidían los jugadores a comprar para formar parte del fondo. Ya que la opinión de los Rattín, Griffa, Veira y Macri debía ser aprobada también por los banqueros que formaban parte del comité. Tipos que por ahí no sabían si un jugador podía rendirle o no a Boca pero evaluaban cosas como antecedentes de lesiones, adicciones, amigos y entorno del jugador.
Todas estas voces debían aprobar por unanimidad total la compra del jugador en cuestión.
El Fondo, tras una lenta agonía, no duraría mucho ni cambiaría la historia del club. Pero si dejaría un antecedente muy poco feliz de cómo una asociación civil sin fines de lucro puede llegar a comprtarse como una empresa.