miércoles, 17 de diciembre de 2008

Carlos Salvador Bilardo


El doctor Bilardo fue el primer técnico de la gestión Macri. Estuvo un año y su labor hay que dividirla casi obligatoriamente en dos etapas. La primera, a tono con las expectativas ya que peleó el Clausura 1996 hasta el final. A decir verdad era lo mínimo que se le podía pedir. Es que Boca contaba entre sus filas con casi una verdadera “seleccion”. Diego, Cani, Verón, Gamboa, Kily, el Mono. Pero tuvo que lidiar con insólitos contratiempos. Como una desubicada gira a China en el medio del torneo. Y una inigualable racha de Diego errando cinco penales consecutivos. Su segunda etapa en cambio fue un verdadero calvario. Y empezó a mostrar su peor faceta. Pidió una cantidad y calidad de refuerzos increíbles (Lorenzo, Dollberg, Pompei, Sava, Carrario, Cedrés, Toresani, Guzmán, el chileno González y varios etcéteras más) con la excusa de que había que limpiar a los referentes por ser “perdedores”. Entonces, ídolos como el Beto Márcico y el Colorado Mac Allister vieron como su ciclo en Boca llegaba al final. El clima entonces se enrareció y el desconcierto era total. Bilardo estaba más atento a cuestiones extrafutbolisticas que a como hacer que su equipo juegue y gane. Marginó del plantel a “Pepe” Basualdo por ir al cumpleaños del “Coyo” Almandoz y al Mono por usar un buzo color verde y cambiarlo luego del partido con Yorno. Un mamarracho. Futbolísticamente hablando, este engendro apodado el “Dream team”, empezó mal y terminó pésimo. Perdía casi todos los domingos con cualquier rival provocando la impaciencia y la ira del doctor. Sacaba y ponía jugadores todo el tiempo. En una de sus varias intentonas por darle frescura al equipo, mandó a la cancha a varios juveniles. Entre ellos a Juan Román Riquelme. Para el recuerdo queda una perla. Durante un partido se lo vio gritar “Pompei, Pompei” para darle una indicación táctica cuando en realidad Tito estaba sentado a su lado en el banco de suplentes. Toda una postal.