Juan Krupoviesa no era un tipo que pegara descaradamente. Era un marcador de punta izquierdo duro, eso sí, pero nada del otro mundo. Hasta que en el Boca River del Clausura 2006 entró en la historia.
Boca perdía 0-1 y, lanzado en ataque, buscaba el empate salvador. River tenía el dedo en el gatillo y buscaba liquidar el superclásico en alguna contra. Y la tiene. Tras un rebote larguísimo, la pelota le queda al “Rolfi” Montenegro en mitad de cancha y con 50 metros libres para llegar al arco de Casa Amarilla y sellar el 0-2.
Pero el “Tucu” se puso el traje de superhéroe. Corriendo en diagonal para cortar camino, se manda un pique tremendo para tratar de alcanzarlo. Al ver que Montenegro tiraba la pelota hacia adelante e indefectiblemente se le iba al gol, tomó una decisión irreprochable. Se lanzó en el aire y le clavó los tapones en la rodilla para asegurarse sí o sí de que la jugada terminara ahí mismo. Nada de agarrarlo de la camiseta o de una patadita amistosa para zafar la expulsión.
En la Bombonera es escuchó un “uhhhhh” más fuerte que si Palermo hubiera errado un gol. Fue de tal magnitud la cosa, que Krupo. ni siquiera esperó la roja de Pezzota. Se levantó y se fue corriendo derechito a los vestuarios. Inolvidable.