sábado, 20 de diciembre de 2008

Riquelme vs Macri


En ese momento nadie tomó verdadera dimensión de lo que estaba pasando. Román acababa de marcar de cabeza el 2-0 frente a River tras haber errado un penal. Jugaban en la Bombonera por el Clausura 2001 y mientras la cancha se venía abajo festejando el gol que prácticamente liquidaba el superclásico, Riquelme corrió 50 metros en línea recta desde el arco que da a la calle Brandsen hacia la línea del lateral justo en la mitad de cancha. Esquivando los abrazos de sus compañeros, no paró hasta quedar exactamente enfrente del palco oficial en el que estaba Macri. Entonces llevó sus dos manos abiertas a las orejas e hizo el gesto de “escuchemos a la gente como festeja”. Pero la escena montada quería llevar otro mensaje a Mauricio: “escuchemos a la gente cómo festeja por lo que hago yo y no por lo que hacés vos”. Los fuegos artificiales en el final del partido fueron un poroto con la declaración de guerra que terminaba de hacer Riquelme al presidente. El conflicto venía de un tiempito atrás cuando en realidad se había caído un pase al Barça y Román pidió entonces un resarcimiento económico en su contrato. Macri, inflexible, bicicleteaba el tema a lo loco. Y Juan Román, cerebral como en el césped, encontró la oportunidad justa para plantear el tema y de paso empezar a ganarle la pulseada. Tras el encuentro y todavía en el campo de juego, los periodistas fueron como cuchara al flan y preguntaron directamente por qué había festejado el gol de esa manera. Riquelme, con las pulsaciones a mil, se hizo tiempo para meter una respuesta más quirúrgica que sus pases gol. “Lo que pasa que a mi hija le gusta el Topo Gigio. Así que se lo dediqué a ella”. Lo que se dice un crack. Adentro y afuera de la cancha.