domingo, 25 de enero de 2009

Alejandro "Porota" Barberón


Barberón llegó a Boca para la temporada 1988/89. Vino en una especie de combo junto a Pastoriza y Marangoni. Combo que se rajó de Independiente para anclar en La Boca. Pero a diferencia del “Pato” y “Maranga”, la historia de la “Porota” es lisa y llanamente un fiasco.
Ni bien desarmó los bolsos en Brandsen 805 se filtró la información de que desde chiquito era hincha de Boca (otro más y van...). Esto hizo que al principio se lo mirara de buena manera. Sobre todo por su rendimiento en años anteriores en el Rojo. Pero la paciencia tuvo un límite. Y se agotó. Su nivel fue flojo desde el vamos y nunca aportó una solución al equipo desde la raya de cal izquierda del ataque xeneize. Pura velocidad. Pero al mismo tiempo puro barullo y confusión. Barberón no desbordaba ni tiraba centros. Tampoco hacía goles. Y eso para un delantero es sinónimo de horas contadas.
En 33 partidos con la camiseta de Boca pudo marcar sólo una vez (en un 4-2 a Ñuls en la Bombonera) y recién en la temporada 1989/90. Fue tal el desahogo esa tarde, que su grito desaforado generó una especie de lástima en “La 12” y la cancha entera le regaló su único “...Bar-be-rón... Bar-be-rón...”.
Siempre fusible en los segundos tiempos cuando la mano venía torcida, Barberón es un ejemplo más y un caso típico de los jugadores que la rompen en otros equipos y cuando se ponen la azul y oro se apagan más rápido que fogata en tormenta de Santa Rosa. Una película que ya vimos un montón de veces.