Ya desde su arribo a Boca, John Jairo Tréllez no pasaría desapercibido. Es que en los primeros meses de 1994, el entonces técnico xeneize César Luis Menotti pidió insistentemente su llegada al club. Hasta acá nada muy extraño, ya que según contaban los diarios, “Turbina” la rompía en el fútbol colombiano defendiendo la camiseta de Nacional de Medellín. Lo raro es que en lugar de Tréllez, el que iba a llegar a Boca era nada menos que Ronaldo. Pero la visión del “Flaco”, priorizó al colombiano por sobre la joven estrella brasileña.
Llegó entonces con bombos y platillos. Todos los ojos estaban sobre él. Pero semejante expectativa duró un solo partido. Es que su debut en cancha de Huracán frente a Dep. Español fue pésimo. Hay que reconocer que todo Boca fue un desastre en ese 0-0 con los gallegos, pero se esperaba muchísimo más de Tréllez. Y que si las cosas no salían por lo menos se pusiera el equipo al hombro y pidiera la pelota. Porque en teoría llegaba para hacer la diferencia. Para pegar el salto de calidad. Pero no. Los únicos saltos que pegaba eran cuando había que trabar una pelota. Porque si algo caracterizó a “Turbina” en su paso con la azul y oro fue justamente esconderse y jamás poner la patita. Y la sangre llegaría al río muy pronto. Porque en su segundo partido, Boca perdió con River 0-2 en la Bombonera después de ocho años. Y el DT se vio obligado a sacarlo en la mitad del segundo tiempo y cuando más caliente estaba el partido ya que había que ir al frente a buscar el empate. Pero lo del morocho era imperdonable. Caminaba la cancha. Pero caminaba en serio. Y la cosa se desmadró cuando fue a forcejear una pelota en mitad de cancha y cayó como una cartulina. Inmediatamente empezaron los chiflidos y a decir verdad, su situación ya no tuvo retorno. Porque jugó algunos partidos más pero no pudo hacer pie nunca. Resistido al mango. Apático. Frío como inodoro de cemento. Jamás entendió lo que es ponerse la camiseta de Boca. Con la Supercopa y el Apertura de ese año llegó a completar 19 partidos en los que hizo sólo dos goles. Un desastre. Pero por suerte para todos llegaría una buena jugada de John Jairo. Hizo los bolsos y se rajó al Juventude de Brasil. Gracias.