El Argentinos Juniors - Boca de la primera rueda de la temporada 1989/90 quedó, inesperadamente, en el recuerdo. Y obviamente no fue por el deslucido 0-0 con el que cada equipo se llevó un puntito. Quedó en la memoria por los casi cinco meses que llevó terminar el partido y, más que nada, por los lamentables hechos que provocaron su suspensión. Pero empecemos por el principio.
El domingo 22 de octubre de 1989, por la fecha 12 del campeonato, el Bicho hizo de local ante Boca en cancha de Atlanta. Argentinos había llegado a un acuerdo con la institución de Villa Crespo para jugar de local allí durante esa temporada y de paso, hacerle algunas mejoras a la cancha.
Pero la semana previa al encuentro, se barajó muy seriamente la posibilidad de llevar el choque a Vélez. Tras muchas idas y vueltas, finalmente la postura del club de La Paternal fue negarse al cambio de escenario. De hecho, Humberto Carlés, vicepresidente y delegado del Bicho en AFA, así se lo confirmó a Pablo Abbatángelo: “...Tesone (presidente de Argentinos) al final no quiere cambiar de cancha. Salimos para jugar con Flamengo por la Supercopa y no vino nadie. Metimos mucha plata para alquilar y arreglar el estadio de Atlanta, así que nos quedamos ahí...”. Como a Boca, legalmente ya no le quedaba tiempo para solicitar el cambio de escenario y encima la cancha de Atlanta estaba habilitada por AFA y por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, no hubo mucho margen para la protesta.
Ya con el partido en juego, las casi diez mil personas de Boca que habían llenado la tribuna visitante, saltaban y cantaban pese a que en el campo de juego Argentinos casi que lo llevaba por delante al xeneize. Para ser sinceros, el mediocampo de Boca no hacía pie ante el toqueteo de Redondo, Rudman y Ramiro Castillo.
Hasta que sobre los 43 minutos del primer tiempo, lo imprevisible. En pleno ataque de Argentinos, la llevaba Rudman cuando se observó una descomunal avalancha en la tribuna de Boca. Y enseguida se escucharon los gritos de la gente pidiendo auxilio. Fue tan alarmante la situación que el juez de línea, Juan Garay, levantó inmediatamente su bandera e ingresó corriendo al campo de juego llamando al árbitro Demaro. A partir de allí, la confusión total.
Hasta que sobre los 43 minutos del primer tiempo, lo imprevisible. En pleno ataque de Argentinos, la llevaba Rudman cuando se observó una descomunal avalancha en la tribuna de Boca. Y enseguida se escucharon los gritos de la gente pidiendo auxilio. Fue tan alarmante la situación que el juez de línea, Juan Garay, levantó inmediatamente su bandera e ingresó corriendo al campo de juego llamando al árbitro Demaro. A partir de allí, la confusión total.
Los primeros rumores vía radio hablaban de peleas en el medio de la tribuna. Pero cuando empezó a verse a hinchas asistiéndose entre sí y saltando al campo para trasladar a algunos desmayados, las noticias empezaron a cambiar de rumbo.
El segundo rumor, deducido por algunos periodistas que pispeaban desde el campo de juego, era que se había roto un tablón. Para entonces ya se empezaba a hablar, desgraciadamente, de heridos.
Lo concreto fue que uno de los paravalanchas de la tribuna, a la altura del séptimo escalón, cedió y cayó, provocando una enorme avalancha de cientos de hinchas de Boca.
Con el partido parado por el árbitro, Marangoni y otros jugadores se acercaron al alambrado para pedir tranquilidad, pero las imágenes que se veían en esos momentos eran de puro nervio y dramatismo. Y de gran incertidumbre acerca de la cantidad y gravedad de heridos.
Galmarini, Secretario de Deportes y presente esa tarde en la cancha, ingresó al campo de juego para ver de cerca la situación. Don Antonio Alegre se acercó a la tribuna y fue encarado de una, alambrado mediante, por “El Abuelo” en una fuerte discusión.
La ambulancia presente, encendió su motor, salió de la cancha por un portón y volvió a entrar desde la calle a la popular de Boca.
Ya con heridos confirmados y trasladados al Hospital Durand, aunque parezca mentira, la cosa pasaba ahora en decidir si el partido se reanudaba o no.
El único que podía suspenderlo era el árbitro Juan Carlos Demaro, quien según cuentan, lo quería continuar. Pero el comisario de la 29º lo llamó a la realidad: “...yo pienso lo contrario. Si uno de los dos mete un gol temo una reacción del que vaya perdiendo, y si se lo hacen a Boca, peor, tiene mucha más gente; además están sensibilizados por los heridos...”. Tesone y Don Antonio Alegre asintieron y entre los tres lo convencieron al juez para suspender definitivamente el partido.
Finalmente se contaron 18 heridos entre los que hubo uno de gravedad con politraumatismo de cráneo. El resto con golpes y fracturas. Como se dice en estos casos, una desgracia con suerte.
...
La reanudación, según los bizarros calendarios impuestos por AFA, se pudo concretar finalmente la noche del 14 de marzo de 1990. Desde ya que se jugó en Vélez y luego de un trámite un poco más parejo, finalmente el 0-0 no se pudo quebrar.
Esa noche, el Cai Aimar mandó a la cancha a casi el mismo equipo que había empezado el partido meses antes en cancha de Atlanta: Navarro Montoya, Stafuzza, Simón, Marchesini, Cucciuffo, Giunta, Marangoni, Bocha Ponce, Soñora (por Alfredo Graciani), Perazzo y Latorre (por Barberón).