Así como pasa en la vida, el fútbol está lleno de hechos que no tienen una explicación lógica. Y si la tienen, muchas veces no está al alcance para que la mayoría de los mortales podamos entenderla. Por supuesto que Boca no escapa a esto, y en casos como el que nos ocupa hoy, no queda otra que resignarse de rodillas ante la evidencia y punto. Adrián Gunino, marcador de punta derecho uruguayo, jugó en Boca.
Su sorpresivo arribo fue a mediados de 2009, a préstamo por un año, sin cargo, con opción de compra y para ser sinceros, con un colchón bastante flaco: escasos 16 partidos en Danubio de Uruguay y rodaje en el Sub-20 de la Celeste.
Pero si nos ponemos en contexto, hay un hecho ineludible a mencionar: el Negro Ibarra estaba con un pie y medio afuera del club. Alguien le habrá visto (?) condiciones y así llegó nuestro homenajeado de un día para el otro y en el marco de lujo que tuvo el comienzo del segundo ciclo Basile. Refuerzos varios, viaje de pretemporada a Alemania y participación en la estelar Audi Cup. Cuando le pasó un micrófono cerca, el uruguayo no arrugó: “...soy un lateral-volante con proyección al ataque, con mucha llegada, me gusta ir al fondo y tirar centros. También soy agresivo y tengo marca. Me gusta el huevo, huevo, huevo de Boca. Y estoy contentazo. Llegar a un club así me fascina. Soy un botija de 20 años al que le falta mucha experiencia, pero estoy seguro de que puedo jugar en la primera de Boca...”. Con semejante previa y por obra y gracia del destino, saltó a la cancha frente al Milan de Italia. La verdad que como arranque, ni en el mejor de los sueños. Pero...
Pasó que el Negro Ibarra finalmente se arrepintió y tras el ruego (?) de Basile se quedó en el club. Mientras tanto, un viaje con la Sub-20 oriental le impidió a Gunino estar en el inicio del campeonato. Pero a su llegada, tuvo el esperado debut oficial, aunque medio de emergencia. Fue la noche del 3 de septiembre de 2009, frente a Ñuls en la Bombonera y por la tercera fecha del Apertura. De repente, se vio obligado a saltar al campo de juego a los 20 del primer tiempo ante una de las tantas lesiones musculares que tuvo Ibarra en la temporada. Con 70 minutos por delante y un rival que esperaba cómodo metido atrás, tuvo su oportunidad. Pero entre una pelota que cubrió mal y perdió infantilmente en el corner de los palcos que da al Riachuelo y casi nada de trepadas al ataque en el segundo tiempo, su cabeza fue prácticamente guillotinada esa misma jornada. Se lo notó muy contenido. ¿Algo de nervios? Puede ser. Lo concreto es que a partir de ese momento, su paradero pasó a ser un misterio y esos 70 minutos se convirtieron en su único rodaje oficial en el xeneize.
Primero se habló de una lesión y luego de que estaba de viaje con la Sub-20. Pero empezaron a pasar las fechas, los meses y las colas de jugadores probadas por Basile para tratar de armar una zaga. Y Gunino fue siempre salteado olímpicamente. Claro, seguía en el Sub-20 (?).
Pero ojo que volvió una noche. Fue el 13 de enero de 2010 por la Copa de Verano en Mar del Plata, cuando tuvo la suerte de jugar el primer tiempo en el partidazo 3-3 contra San Lorenzo. Pero a la vez tuvo la desgracia de batir la valla de Abbondanzieri en un rebote bastante desafortunado. Alfio le cortaría la cabeza nuevamente en el entretiempo y ya el incendio sería absoluto. Y eso que vendrían en poco tiempo Alves y Pompei como técnicos. Pero nada de nada. Calculamos que estaría nuevamente de viaje con la Sub-20. A mediados de 2010 desapareció en el mayor de los silencios y sin dejar rastro alguno.
Su sorpresivo arribo fue a mediados de 2009, a préstamo por un año, sin cargo, con opción de compra y para ser sinceros, con un colchón bastante flaco: escasos 16 partidos en Danubio de Uruguay y rodaje en el Sub-20 de la Celeste.
Pero si nos ponemos en contexto, hay un hecho ineludible a mencionar: el Negro Ibarra estaba con un pie y medio afuera del club. Alguien le habrá visto (?) condiciones y así llegó nuestro homenajeado de un día para el otro y en el marco de lujo que tuvo el comienzo del segundo ciclo Basile. Refuerzos varios, viaje de pretemporada a Alemania y participación en la estelar Audi Cup. Cuando le pasó un micrófono cerca, el uruguayo no arrugó: “...soy un lateral-volante con proyección al ataque, con mucha llegada, me gusta ir al fondo y tirar centros. También soy agresivo y tengo marca. Me gusta el huevo, huevo, huevo de Boca. Y estoy contentazo. Llegar a un club así me fascina. Soy un botija de 20 años al que le falta mucha experiencia, pero estoy seguro de que puedo jugar en la primera de Boca...”. Con semejante previa y por obra y gracia del destino, saltó a la cancha frente al Milan de Italia. La verdad que como arranque, ni en el mejor de los sueños. Pero...
Pasó que el Negro Ibarra finalmente se arrepintió y tras el ruego (?) de Basile se quedó en el club. Mientras tanto, un viaje con la Sub-20 oriental le impidió a Gunino estar en el inicio del campeonato. Pero a su llegada, tuvo el esperado debut oficial, aunque medio de emergencia. Fue la noche del 3 de septiembre de 2009, frente a Ñuls en la Bombonera y por la tercera fecha del Apertura. De repente, se vio obligado a saltar al campo de juego a los 20 del primer tiempo ante una de las tantas lesiones musculares que tuvo Ibarra en la temporada. Con 70 minutos por delante y un rival que esperaba cómodo metido atrás, tuvo su oportunidad. Pero entre una pelota que cubrió mal y perdió infantilmente en el corner de los palcos que da al Riachuelo y casi nada de trepadas al ataque en el segundo tiempo, su cabeza fue prácticamente guillotinada esa misma jornada. Se lo notó muy contenido. ¿Algo de nervios? Puede ser. Lo concreto es que a partir de ese momento, su paradero pasó a ser un misterio y esos 70 minutos se convirtieron en su único rodaje oficial en el xeneize.
Primero se habló de una lesión y luego de que estaba de viaje con la Sub-20. Pero empezaron a pasar las fechas, los meses y las colas de jugadores probadas por Basile para tratar de armar una zaga. Y Gunino fue siempre salteado olímpicamente. Claro, seguía en el Sub-20 (?).
Pero ojo que volvió una noche. Fue el 13 de enero de 2010 por la Copa de Verano en Mar del Plata, cuando tuvo la suerte de jugar el primer tiempo en el partidazo 3-3 contra San Lorenzo. Pero a la vez tuvo la desgracia de batir la valla de Abbondanzieri en un rebote bastante desafortunado. Alfio le cortaría la cabeza nuevamente en el entretiempo y ya el incendio sería absoluto. Y eso que vendrían en poco tiempo Alves y Pompei como técnicos. Pero nada de nada. Calculamos que estaría nuevamente de viaje con la Sub-20. A mediados de 2010 desapareció en el mayor de los silencios y sin dejar rastro alguno.