Para los que lo vivieron en vivo, toda nuestra sana (?) envidia. Pero para los que no, tenemos que ir despacio para tratar de ponernos más o menos en situación.
9 de diciembre de 1962, penúltima fecha del campeonato. Boca y River, ambos punteros con 39 unidades, se enfrentaban en la Bombonera. Cualquiera de los dos que ganara se metía 3/4 de vuelta olímpica en el bolsillo. Y un empate dejaba todo prácticamente servido para River de acuerdo al curioso sistema de desempate (gracias a Jorge Joffrés por explicarlo en los comentarios). Una verdadera final a falta de una sola fecha para terminar el torneo. Así que suponemos un lindo domingo como para despertarse tipo 7 de la mañana con puntadas en el estómago.
Boca hacía ocho temporadas que no salía campeón, mientras que el Millonario llevaba cinco de sequía. Cancha de Boca desbordante. Se vendieron 34.000 entradas, pero con socios y colados el estadio superaba tranquilo las 65.000 personas.
Partido parejo, trabado y de mucho nervio. Hasta que casi a los 15 del primer tiempo, Marcelo Echegaray le cometió una falta al brasileño Paulo Valentím y el juez Carlos Nai Foino cobró penal. Pateó Valentím, se adelantó Amadeo Carrizo, pero el tiro cruzado castigó la red del arco de Casa Amarilla poniendo el 1-0 Boca.
El resto del partido, Boca se dedicó a aguantar con su defensa de hierro los tibios embates del jogo bonito del equipo de Núñez. Pero faltando cinco minutos, un baldazo de agua helada. El árbitro se descolgó con un penal mancha de Simeone a Artime. Otro brasileño, Delem, se paró frente a Antonio Roma. Imaginemos por un segundo este momento. Hagamos el intento, cerremos los ojos. Los preparativos para ejecutar la falta se morfaron un par de minutos. Las dos hinchadas guardaron sus respectivos silencios, listas para explotar y entendiendo lo límite de la situación que iba a vivirse. Tiró Delem y Roma, apenas (?) adelantándose con un paso y medio hacia adelante y una estirada hacia la derecha, vuela y desvía el remate. El alarido es escalofriante. La Bombonera literalmente explota y hay socios que saltan el foso e invaden el campo. Los jugadores riverplatenses intentan rodear al juez y le protestan por el adelantamiento de Roma, pero el árbitro los sacó carpiendo al grito de “...aire, aire, penal bien pateado es gol...”. Hay clima de fiesta y sinceramente es difícil imaginar lo que debe haber sido el partido en esos pocos minutos que se jugaron luego.
Desde ese instante, Tarzán Roma se inmortalizó en la historia boquense. Pero claro que con el correr del tiempo recién tomó verdadera conciencia de la hazaña mayúscula que había llevado a cabo: “...con el penal soñé un par de veces, nada más. Pero lo tengo presente, con todos los detalles. De todo me acuerdo. Cuando cobró Nai Foino, le fuimos a protestar porque Artime se había tirado, no había sido foul, pero no había nada que hacer. Entonces me fui hacia el arco, me apoyé en el palo izquierdo, levanté una mata de pasto, hice la promesa de que me iba a ir caminando a Luján si lo atajaba y repasé toda mi vida en un par de segundos, mientras recordaba que un compañero de equipo, el Canario Pérez, había visto a River un par de fechas atrás y me había dicho que Delem había pateado un penal fuerte, a la derecha. Delem pateaba con las dos piernas y con mucha potencia así que si me quedaba quieto en el medio del arco, no había manera de llegar. Por eso, cuando se paró como derecho, yo ya había decidido para qué lado me iba a tirar. Cuando llegó a la pelota, di un paso hacia la izquierda y después me largué, en diagonal para mi derecha. Por suerte no me dobló las manos, pero la pelota venía con tanta fuerza que se fue cerca del banderín del corner. Lo más increíble de ese penal fue todo lo que me tocó vivir después. Si realmente estaban en la cancha todos los que en estos cuarenta años me dijeron que fueron testigos, había un millón de tipos. ¡Es impresionante lo que puede la fantasía! Una vez, un hombre me dijo que de la alegría había tirado un zapato a la cancha y yo se lo había devuelto, como quien lanza el disco; otro me habló de los dos penales que le atajé esa tarde a Delem... ja, dos penales. Como si uno no fuera ya demasiado...”.
A la fecha siguiente, mientras River goleaba a Gimnasia 4-1, Boca recibió en la Bombonera a Estudiantes, lo arrasó ganándole 4-0 y dio la ansiada vuelta olímpica.