Baratísima la sacó Hugo Orlando Gatti y su por entonces novia, Nacha, al pegarse un tremendo palo el lunes 20 de septiembre de 1976 a eso de las tres de la tarde en la Panamericana.
A bordo de su Fiat 600 y relativamente cerca de la General Paz, el Loco perdió el control del auto y volcó dando un par de vueltas. De milagro no chocaron entre sí otros autos que pasaron por al lado. Sin dudas ese Fitito fue salvado por la mano de Dios.
Enseguida se arrimó gente a ayudar y la conmoción fue enorme al ver a Gatti inconciente y a su novia en plena crisis de nervios. Rápidamente fueron trasladados al Hospital Municipal de Vicente López. Allí se pusieron al frente de la situación los doctores Reyes Walker y Oscar Moyano quienes tras las primeras curaciones de urgencia descartaron lesiones oseas o de suma gravedad.
A última hora, tipo seis de la tarde, fueron trasladados al Sanatorio Santa Isabel para ser alojados en la habitación 105 del primer piso. Recién un rato más tarde, más de cuatro horas después del accidente, el Loco recobró el conocimiento. Momento en que el doctor Glolosa dio un primer parte médico: “...el señor Gatti todavía está bajo un estado de conmoción y crisis emocional. Sufrió contusiones en el cráneo y presenta algunas hematomas en el hombro derecho y en la zona de la columna, pero nada que revista gravedad...”.
A esa altura, Gatti descansaba en la habitación y se preparaba para pasar la noche en observación. Al día siguiente, empezó a dar signos de recuperación cuando dijo sus primeras palabras: “...viste hermano, parece que soy como los gatos, tengo siete vidas ¡por suerte! Cómo se habrá puesto el Número Doce justo en vísperas de un clásico. Últimamente a mi me están pasando todas. Vi la muerte más cerca que nunca, no sé explicar bien cómo fue el accidente. Tendría que tranquilizarme un poco más. Pero por suerte no pasó nada, fue sólo un susto. Nacha y yo estamos bien, lo demás no importa...”.
Gatti bromeó todo el tiempo con su anterior triple fractura de mandíbula que le demandó apenas 20 días de recuperación. Antecedente que lo llevaba a tenerse máxima confianza y superar “...los cuatro golpecitos...” que iban a bajarlo finalmente del superclásico y dejar el arco en manos de Pistone.
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Gracias a El Coleccionista de Boca